lunes, 31 de octubre de 2011

Mejoramos con respecto al 2007

Terminaron los Panamericanos con un balance positivo



Unos 45.000 espectadores presenciaron la fiesta realizada en el estadio Omnilife, construido especialmente para el evento, con la presencia del presidente de la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA), el mexicano Mario Vázquez Raña, y el titular del Comité Organizador de los Juegos Panamericanos y gobernador de Jalisco, Emilio González.

La cantante local Ely Guerra interpretó, a capella, el himno nacional mexicano en el comienzo de la ceremonia y posteriormente se mostraron imágenes de cada uno de los 17 días de competencias.

Luego, el juvenil bonaerense Braian Toledo, de 18 años, que ganó la medalla de bronce en lanzamiento de jabalina, fue el abanderado de la Argentina en el comienzo del desfile de los representantes de los 42 países concursantes.

La Argentina superó con amplitud las expectativas desde lo puramente estadístico: casi duplicó la cantidad de preseas doradas cosechadas en Río de Janeiro 2007 (21 contra 11), y subió un puesto en el medallero general, de octavo a séptimo.

(...) más allá del medallero (21 de oro, 19 de plata y 35 de bronce, 75 en total); más allá del rendimiento excepcional de los representantes de algunos deportes específicos (el remo, la paleta, el yachting); en la actuación de cada atleta, la mayoría con posibilidades ciertas de victoria, todos competitivos, se reproduce el acierto de las medidas tomadas en los últimos años.

Sobre el deporte, finalmente, existe una política de Estado. Reconocible no ya en los resultados, sino en decisiones concretas tanto sobre el alto rendimiento (la creación del ENARD) como en el deporte social (torneos Evita, Juegos BA), cuyas consecuencias coinciden y se resumen en la figura emocionante de Braian Toledo.

La historia de Toledo, el pibe humilde de Marcos Paz descubierto en un torneo de deporte social y ahora la máxima esperanza del atletismo nacional (lanzamiento de jabalina), tiene mucho más que valor alegórico: sintetiza la obtención de un derecho inalienable.

Como detalle, si hace falta: no hubo un solo atleta nacional que, en México, dejara de reconocer el novedoso apoyo del Estado.

Los éxitos ya no son fruto de esfuerzos individuales sino de una organización en la que todos tienen parte y que facilita, en ocasiones como ésta en Guadalajara, la identificación con los protagonistas. Porque el deporte es, ahora, un derecho del conjunto de los argentinos. Un derecho del pueblo.

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