martes, 27 de septiembre de 2011

Es un sentimiento, no puedo parar

Los Pumas superaron a Escocia por 13 a 12 en Wellington

Por Ramiro Guillot
Scrum.com
Lucas González Amorosino
GettyTodos los abrazos son para González Amorosino

WELLINGTON -- Saludan, se abrazan, lloran, saltan, cantan. Todo bajo una cortina de lluvia que los acompañó en todo momento. Y la gran hinchada argentina premia a estos Pumas, a sus Pumas, con música de fondo, con el clásico "soy argentino, es un sentimiento, no puedo parar". Todo es alegría. Todo es emoción. El triunfo emotivísimo ante Escocia por 13-12 está consumado, es un hecho y, por ende, el pasaje a cuartos quedó a tiro del check in, porque deberían darse resultados insospechados para que el seleccionado nacional no se meta entre los ocho mejores del mundo.

Se sufrió, se sufrió mucho. Casi todo el partido. Porque los escoceses fueron dominadores de la mano de la soltura de su apertura Ruaridh Jackson -man of the match IRB- y la potencia de su wing Max Evans. Pero si bien la batuta la llevó casi siempre el Cardo, los Pumas, sin ideas en ataque y teniendo que soportar las salidas por lesión de Fernández Lobbe y Roncero, resistieron estoicos gracias a una defensa bestial, a una defensa con el ADN argentino a flor de piel.

Justamente, gracias al tremendo repertorio de tackles argentos, entre los que se destacaron Julio Farías entre los forwards y Marcelo Bosch entre los backs, el primer tiempo sólo terminó 6 a 3 a favor de los europeos. Porque la realidad fue que, aunque los Pumas erraron nueve puntos por patadas fallidas (dos penales y un drop; sólo sumó por un penal de Felipe Contepomi) y tuvieron alguna chance de try al comienzo, Escocia, que sumó con un penal de Chris Paterson y un drop de Jackson, mereció irse al vestuario con un resultado un poquito más abultado en el bolsillo.

Con la chapa en contra, los dirigidos por Santiago Phelan salieron a intentar recuperar la posesión de la pelota. Pero al igual que en el PT, los europeos los pararon en seco. El line estuvo flojito, las ideas en ataque brillaron por su ausencia y, claro, Escocia, guardando la guinda más que antes debido al diluvio, continuó manejando los hilos de la acción.

Recién a los 25 la Argentina consiguió empatar gracias a un penal de Felipe Contepomi, que venía de fallar otro cuatro minutos antes. Pero los europeos no se apichonaron con la igualdad y, enseguida, cachetearon con un drop de Jackson y otro del ingresado Dan Parks (12-6).

El partido se escapaba, se apagaba, se moría. Y nada daba a pensar que los de celeste y blanco podían dar vuelta la historia. Pero apareció la magia. Fueron aproximadamente 15 segundos de iluminación divina. Lanzado en ataque, Felipe jugó la pelota para Marcelo Bosch y éste se la pasó Lucas González Amorosino -reemplazó a Martín Rodríguez Gurruchaga- , para que el fullback, pegado a la línea y cambio de paso mediante, se terminara zambullendo en la zona roja escocesa. Delirio (13-12).

Con sólo cuatro minutos por delante, el Cardo se desesperó, jugó la pelota de todos lados y, aunque Parks erró un drop factible, ya no pudo quebrar a los Pumas. La victoria argentina ya estaba sentenciada. La noche épica ya era una realidad. Y la supervivencia de la raza en la Copa del Mundo quedó al alcance de la mano. Ahora, se puede ir por más.

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