jueves, 11 de septiembre de 2014

Homenaje por el Día del Maestro


El trabajo de los docentes domiciliarios y hospitalarios para garantizar la educación

Los docentes de la Escuela 508 llevan adelante una labor destacable y poco conocida. Transitan de casa en casa y de habitación en habitación dentro del Hiemi, para que la educación de los chicos se mantenga a pesar de la adversidad de una enfermedad.

Son las 15 y la docente de la escuela domiciliaria y hospitalaria Nº508 termina la clase en la casa de un niño que está en tratamiento por un cáncer para ir a la de otro que tiene un diagnóstico psiquiátrico. Su vida, al igual que la de otras 26 docentes, transcurre enseñando de una manera particular. No están dentro de un aula, sino que recorren la ciudad y el Hospital Materno Infantil llevando los conocimientos a chicos que no pueden concurrir a la escuela por enfermedades de larga duración.
La labor de los docentes domiciliario y hospitalario es diferente y desconocida por muchos. Hoy, en el Día del Maestro, LA CAPITAL entrevistó a las protagonistas para saber cómo es el trabajo que se realiza en la única escuela pública provincial con estas características, que funciona en la ciudad de Mar del Plata.

Silvia Sánchez, directora, y las docentes Sofía Badie y Patricia Castro.

En casas y hospitales
La Escuela Domiciliaria y Hospitalaria 508 está ubicada en una casa, en Arenales 3058. A diferencia de otros establecimientos educativos, aquí son muy pocos los chicos que concurren al edificio escolar. En el año la matrícula es de 270 alumnos en domicilio, cerca de 350 en el Hospital Materno, y sólo unos pocos en la sede. Para atender esa importante matrícula, hay 26 docentes de los cuales 23 son domiciliarios y 3 hospitalarios. "Los domiciliarios recorren las casas o lugares donde se alojan los chicos con tratamientos ambulatorios, mientras que los hospitalarios están en forma permanente dando clases a los chicos que están dentro del nosocomio", explicaron Silvia Sánchez, directora, y las docentes Sofía Badie y Patricia Castro.
A la Escuela 508 concurren aquellos chicos que por una situación de enfermedad, ya sea un diagnóstico médico o psicológico, no pueden ir a la escuela por un período de 30 días o más. "Tenemos desde niños con fracturas, que sería lo más simple, hasta enfermedades muy complejas de nenes que nunca han podido ir a la escuela", comentaron.
Para llegar al establecimiento, hay una derivación previa. Primero hay un un certificado médico que establece que el chico no puede concurrir a la escuela habitual. Entonces ese establecimiento de origen "se contacta con nosotros.También ese contacto se puede dar a través del Hospital Materno, por medio de las docentes que están a diario dando clases a los chicos", precisaron.

Hiemi
En el Materno Infantil hay tres docentes que atienden todas las salas pediátricas. Ellas están organizadas por niveles educativos: Inicial, Primario y Secundario. Recorren las camas enseñando a los chicos. Ahí el período de internación si es superior a 5 días o más, se da la intervención pedagógica. "La modalidad de nuestra escuela es la de continuidad pedagógica, no hay una interrupción en lo escolar", especificó la directora.
Otra de las particularidades del establecimiento, es que atiende a chicos de 17 distritos, que son los que llegan al Hospital desde diferentes localidades por ser de alta complejidad. "No tenemos sólo alumnos del distrito de General Pueyrredón, sino que el chico que viene con un tratamiento oncológico de Santa Teresita, se puede llegar a quedar un año o 6 meses en la ciudad. Ahí las maestras detectan la situación, ubican dónde vive ese chico y concurren al lugar para darle clases", acotaron.
La demanda que tiene la escuela es importante y el trabajo es diferente y poco rutinario. Los educadores tienen que prepararse para llegar a un domicilio con una situación particular, de ahí salir para otra cosa donde tal vez los espera otra realidad. La gran diferencia es que, tanto el docente como el alumno, no están en el marco de lo institucional sino que están en un contexto de domicilio donde el maestro vive la angustia de una nueva familia. "Cada dos horas nos rearmamos para otra realidad", aseguran.

Recrear

El período de enseñanza es de dos horas dos veces por semana. En el ámbito familiar los docentes domiciliarios tratan de recrear el espacio áulico. El silencio se hace presente, el televisor se apaga, los hermanos dejan de correr. Tratan de tener un pizarrón e incluso hasta algunos chicos quieren ponerse el guardapolvo para así recrear la situación que se vive en el grado. "Además de darle la continuidad pedagógica, se busca esto de tener contacto con la normalidad del aula. De recuperar aquello que hace cualquier niño de esa edad", dijeron las maestras.
Por eso -acotaron-, "una de las situaciones más gratificantes como docente que podemos vivir, es la vuelta a clase de un niño que ha estado mucho tiempo con nosotros y que ha transitado situaciones muy adversas y donde se ha podido reconstruir, mejorar y reinsertarse. Eso es muy grato y una de las situaciones más intensas que vivimos".
Las maestras domiciliarias y hospitalarias eligen desempeñarse en ese ámbito. A lo largo de la formación docente, no hay una rama específica sobre el tema, así que se aprende todos los días. "Es una elección como docente. La especialización se va haciendo día a día con la práctica a pesar de que hay material específico sobre la temática. Algo que por ahí charlamos mucho es que no todos pueden realizar esta tarea, porque es difícil. Por eso la mayoría hace muchos años que estamos", comentaron.
La directora y docentes consideraron que su labor muchas veces "es solitaria", por eso los miércoles es un día donde se reúnen los del turno tarde, y lo mismo hacen los del turno mañana, pero los viernes. En ese espacio intercambian pareceres, comentan si hubo altas, si se toman nuevos alumnos, etc. En definitiva, es un espacio de encuentro e intercambio, donde hay un equipo interdisciplinario de un orientador escolar, asistente social, asistente educacional, secretaria, vice directora y directora. Todos reunidos e intercambiando experiencias con el fin de que la labor sea la mejor.
"Acá o te vas al año o seguís hasta que te jubilás", dicen entre risas las docentes quienes aseguran que el trabajo es fuerte. "Lo que tenés que lograr es la separación de la tarea. Cuando llegas a tu casa tenés que tratar de dejar de pensar en el niño y los problemas, porque cuando esas cosas empiezan a afectarte en tu vida personal es hora de decir: acá tengo que tener cuidado porque esto no me está haciendo bien", consignaron.
Esto ha llevado a que a nivel institucional decidieran realizar un encuentro una vez por mes con una psicóloga institucional con quien trabajan mucho estos aspectos que tienen que "ver con la angustia que te genera la enfermedad del otro, los contextos en los que el niño enfermo vive, etc". Todas estas situaciones "por ahí un maestro normal no lo ve. En cambio nosotras lo vivenciamos porque no es lo mismo la enfermedad en una situación de bienestar, entonces es tan grande la impotencia y el dolor que te provoca que uno lo tiene que poner en palabras".
En ese espacio psicológico que es costeado por las docentes, se aborda también el tema de la culpa y la impotencia. "Por la impotencia con la enfermedad del niño y frente a la que no podés hacer nada, y la pobreza tan extrema con la que podés contribuir pero no podés revertir. Entonces la impotencia y los límites son temas que hablamos", especificaron.
El docente tiene que contar con armas para poder hacer frente a esta situación y no desbordarse ante la angustia de esas familias y la necesidad que tiene el niño de comentar y contar lo que le pasa.

Coordinación
Los docentes domiciliarios y hospitalarios hacen una labor que comparten también con los profesionales que atienden a esos niños, "que son quienes nos van a orientar para decirnos si están en condiciones o no de volver". Con ellos es con quienes realizan lo que llaman matrícula compartida. "En nenes oncológicos, sobre todo cuando la enfermedad está en un proceso final donde se ha revertido y hay buena evolución, el nene tiene más fortalecido su sistema inmunológico entonces volver a un grupo escolar no implica tanto riesgo". Entonces por ejemplo van 2 días a la escuela, los domiciliarios concurren otro día a la casa y así, de a poco, se van reintegrando y se va haciendo la transición hasta que el médico dice que está en condiciones de volver y se produce el alta.
La coordinación también se debe realizar con la escuela de orígen. Por ejemplo, los profesores de la escuela de origen son los que califican, no los docentes de la Escuela 508. Se trabaja con módulos que exigen de mucha coordinación. "Estamos pidiendo otro tipo de coordinación a nivel distrital para lograr que el nivel secundario que atendemos en domicilio, se le pueda dar otro tipo de atención. El hecho de no contar con profesores complejiza mucho la situación", explicó la directora quien precisó que a partir de la obligatoriedad de ese Nivel, "estamos desbordados porque no hay profesores. Son docentes que se deben adaptar para dar a los de secundaria".
En este nivel, además, es donde se presentan más problemas psicológicos. "Estamos recibiendo varios casos de diagnóstico psiquiátrico, situaciones de ansiedad generalizada, algunos casos de trastornos en la alimentación, diagnósticos complejos como esquizofrenia que hacen que perduren con nosotros", especificaron.
Lograr la reinserción del alumno, verlo ponerse el guardapolvo blanco para ir a la escuela, dejar atrás la enfermedad y volver a ser un niño, son las mayores satisfacciones por la que puede transitar el docente domiciliario y hospitalario.

http://www.lacapitalmdp.com

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