sábado, 17 de marzo de 2012

Un eslabón perdido?

RADAR LIBROS
Domingo, 11 de marzo de 2012

El país del humo


En el mes de agosto de 1981, el número de la célebre revista de Sartre, Les Temps Modernes, estuvo enteramente dedicado a la Argentina. Sartre acababa de morir, reinaba la dictadura militar en nuestro país. El período comprendido entre el golpe de Onganía y la actualidad del Proceso era el eje del trabajo. Coordinado por el poeta César Fernández Moreno y el crítico y escritor David Viñas, contó con la colaboración de Julio Cortázar, Juan José Saer, Juan Gelman, Beatriz Sarlo, Noé Jitrik y Paco Urondo, entre otros. La Biblioteca Nacional recupera por primera vez la traducción íntegra en una revista libro que constituye un documento insoslayable del exilio argentino y un eslabón perdido entre Contorno, la dictadura y el presente.

Por Fernando Bogado

Acá la literatura son los cuerpos. Acá, en Argentina. Lo podemos decir así y argumentarlo con muchas citas y proposiciones, la mayoría, si se quiere apurar la polémica, provenientes de David Viñas, fallecido a comienzos del año pasado, un nombre ineludible si los hay, un cuerpo infaltable. Cuerpos: los de los humillados, los de los reprimidos, los de los desclasados (Lisandro de la Torre, el Che Guevara por mencionar dos), los de los desaparecidos. Cuerpos en exilio, también, y ahí está la categoría puesta otra vez sobre la mesa por la edición de la Biblioteca Nacional del número 420-421 de Les Tempes Modernes, publicación aparecida en julio-agosto de 1981 dirigida por un ya fallecido Sartre y coordinada por Claude Lanzmann. Con el título de “Argentina: entre el populismo y el militarismo”, la edición contó con la coordinación del propio Viñas y de César Fernández Moreno, quienes se encargaron de convocar a diversos intelectuales –exiliados o no– para pensar acerca de la Argentina, del camino que la llevó a la dictadura, imperante, sí, pero debilitada con el pasaje de Videla a Viola y resquebrajada por la aparición de aspiraciones democráticas consolidadas dentro del territorio. Pero sobre todo, del país que aman, que los obsesiona y al cual les duele reconocer como propio.

La lista de los colaboradores es, en sí misma, interesante: el número en cuestión cuenta con la participación de gran parte de la “mesa chica” de la mítica Contorno (el adjetivo ya sería puesto entre comillas no sólo por Juan José Sebreli, sino por el mismísimo Ismael Viñas en el prólogo a la edición facsimilar de la publicación, trabajo también llevado a cabo por la Biblioteca Nacional): Noé Jitrik, León Rozitchner y David Viñas, que, para seguir la costumbre instaurada en los años ‘50, firma algunos artículos con el seudónimo de Antonio J. Cairo. El resto de los nombres responde muy bien a la dedicatoria del número colocada por César Fernández Moreno: “A los que hicieron Contorno, a los que Contorno hizo”. Y en esa lista podemos ubicar a Beatriz Sarlo, Julio Schvartzman y Cristina Iglesia, todos ellos también “escondidos” detrás de seudónimos. Y después: Julio Cortázar, Juan José Saer, Osvaldo Bayer, Oscar Braun, Juan Carlos Portantiero... Todos ellos abocados a la tarea de repensar el país.

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Entre los poemas de Juan Gelman y de Urondo (el primero dedicándole su texto al segundo), los testimonios de Laura Bonaparte Bruschtein o Roberto Madero, los muchos artículos de Viñas y las menciones al “detrás de escena” de este número de Les Tempes Modernes que se puede encontrar en Tartabul o los últimos argentinos del siglo XX –última, gran novela del escritor–, la claridad y contundencia con la que cada artículo arremete en contra de los dominadores (no existe otro término, ninguno que oculte con eufemismos su naturaleza) no sólo tiene importancia como documento histórico o material de trabajo, sino también que cobra relevancia por su vigencia para pensar la actualidad de la Argentina, sus ilusiones y realidades. Como en Contorno, quizás primero la literatura, pero luego cada uno de los demás órdenes invocados para pensar el país tienen que tener algo en común, un asunto que los envuelve, ya sea con su cuota salvífica o con su terrible costado de desolación y ausencia. Algo que sea, en última instancia, también, un asunto de cuerpos. Cuerpo a cuerpo.

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