El equipo de investigación a cargo de Guillermo Chantada detectó una proteína que permitiría detectar el cáncer de ojo en los niños en forma anticipada. La investigación está siendo aplicada en los principales centros de tratamiento de Estados Unidos y Europa.
Guillermo Chantada (segundo de derecha a izquierda), junto a parte de su equipo de investigación del Garrahan.
Imagen: Foto Hospital Garrahan
Por Pedro Lipcovich
Una
investigación efectuada en el Hospital Garrahan estableció, para el
mundo, una nueva herramienta en el tratamiento del retinoblastoma, el
tumor ocular más frecuente en los niños. Se trata de un biomarcador: una
sustancia que permite detectar si el tumor generó o no metástasis por
fuera del ojo. Esta determinación es crucial porque le permite al médico
decidir si es imprescindible extirpar el ojo, para que no siga causando
metástasis, o si puede intentar preservarlo con otros recursos de
tratamiento, que a su vez desarrolló el Garrahan. Estas herramientas
terapéuticas están siendo incorporadas por los principales centros de
tratamiento, en Europa y Estados Unidos, y permiten reducir la
proporción de niños que pierden la vista como consecuencia del
retinoblastoma. El último descubrimiento se efectuó en colaboración con
la Universidad de Quilmes y el Conicet y con apoyo del Instituto
Nacional del Cáncer.
El retinoblastoma es un tumor que aparece en el primer o el segundo
año de vida. “Se diagnostica porque aparece en el ojo una manchita
blanca que llamamos ‘leucocoria’”, explicó Guillermo Chantada, director
del Instituto de Investigación del Hospital Garrahan. Su tratamiento
depende, ante todo, de que se lo diagnostique a tiempo: “En los países
desarrollados, y en la mayor parte de la Argentina, la tasa de curación
es muy alta, pero en países en desa- rrollo el tumor es generalmente
fatal, porque se diagnostica tardíamente, cuando se diseminó al sistema
nervioso y en este caso no tiene cura; diseminado pasa a ser, de casi
ciento por ciento curable a casi ciento por ciento fatal”.
El biomarcador descubierto por el equipo que dirige Chantada
permitirá aumentar la tasa de curación incluso cuando el diagnóstico es
tardío, y otorga más chances de conservar el ojo afectado. La
investigación se publicó en la revista Investigative Ophthalmology and
Visual Sciences. Estos investigadores identificaron una proteína,
llamada CRX, que, cuando se la encuentra fuera del ojo, en otras partes
del organismo, indica que el retinoblastoma ya ha empezado a
diseminarse. “Lo que este biomarcador marca es la presencia, en el
sistema nervioso o en la médula ósea, de células correspondientes a la
retina. Si están donde no deberían estar, es porque son metástasis
cancerosas.” Lo notable, lo que se descubrió en el Garrahan, es que esas
células “no olvidan la célula original de donde provienen: esto es
infrecuente en el cáncer, donde las células suelen modificarse de tal
modo que no se puede saber de dónde vienen”, destacó Chantada.
Si el biomarcador apareció, quiere decir que no habrá más remedio
que extirpar el ojo para salvar la vida del nene. Pero, además, esta
investigación permitió perfeccionar los tratamientos: “El biomarcador
nos mostró que, cuando hay metástasis, se presenta primero en el líquido
cefalorraquídeo, antes que en la médula ósea: antes actuábamos con
quimioterapia sobre la médula ósea, y ahora la aplicamos directamente en
el líquido cefalorraquídeo, por punción lumbar”, precisó Chantada. Ana
Torbidoni, investigadora del Conicet que participó en la investigación,
comentó que “antes no llegábamos al sistema nervioso y el cáncer siempre
volvía: por más que se limpiara la médula, aparecía de nuevo en el
cerebro. Ahora podemos adelantarnos a la enfermedad”. Este hallazgo se
difundió ya en distintos países y se prevé el consenso del Grupo
Latinoamericano de Oncología Pediátrica, que se reunirá en noviembre.
“En Europa, este nuevo procedimiento se aplica ya en Barcelona y están
poniéndolo a punto en Alemania y Suiza”, a donde viene de viajar el
especialista argentino.
Otro desarrollo reciente del grupo del Garrahan para la cura del
retinoblastoma consiste en la administración de una droga llamada
topotecan directamente en la arteria oftálmica, que irriga el ojo; el
mismo grupo había demostrado hace varios años la utilidad de esta droga,
que hoy se usa en todo el mundo, y “hemos pasado a su administración
por esa vía arterial, en vez de hacerlo por vía periocular”, señaló
Chantada. Actualmente,“estamos finalizando el estudio experimental para
aplicarlo mediante un gel que se coloca en el interior mismo del globo
ocular”. Todos estos procedimientos han permitido el descenso de la
ceguera como resultado del retinoblastoma, que llegaba al 25 por ciento
de los casos y “con las actuales técnicas bajó hasta alrededor del 10
por ciento de los pacientes”, destacó el especialista del Garrahan.
El estudio fue llevado a cabo por un grupo multidisplinario de
profesionales del Garrahan, el Conicet y la Universidad de Quilmes, con
apoyo del Instituto Nacional del Cáncer –dependiente del Ministerio de
Salud– y de la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica –del
Ministerio de Ciencia y Tecnología–. También tuvo el apoyo del Fund for
Ophthalmic Knowledge de Nueva York, a través de la Fundación Natalí
Flexer.
Mundialmente, se registran unos 8000 nuevos casos anuales de
retinoblastoma, a razón de uno cada 17.000 nacidos vivos; el promedio
mundial de curación es del 50 por ciento. En la Argentina, cada año se
detectan entre 40 y 45 casos nuevos, y en el Garrahan la curación supera
el 95 por ciento, como en los principales centros del mundo. Sin
embargo, “en las áreas del país con indicadores socioeconómicos más
bajos, como el nordeste y el noroeste, la tasa de mortalidad es
significativamente más alta: la sobrevida, que en otras áreas del país
llega al 98 por ciento, en esas regiones es del 72 o 73 por ciento, lo
cual se acerca a los valores de los países menos desarrollados de la
región”, advirtió Chantada.
El retinoblastoma es una enfermedad hereditaria: si alguien la
padeció, sus hijos tendrán el 50 por ciento de riesgo de padecerla. Si
una persona tuvo un hijo con retinoblastoma, “si quiere tener más hijos
debería hacerse un estudio genético, aunque la chance de que vuelva a
suceder es reducida”, señaló Chantada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario