viernes, 26 de junio de 2015

Programa Nacional de Educación Sexual Integral

La escuela, un lugar para proteger derechos

Susurradores para decir las cosas más suavemente. Teatralizaciones en la calle para ver cómo reacciona la gente. Un corto actuado por chicos. Alumnos de distintas provincias expusieron sus iniciativas en el marco del Programa Nacional de Educación Sexual Integral.

En una escuela de Chaco, un grupo de alumnas armó los “susurradores” para susurrar palabras de aliento.
Imagen: Bernardino Avila
 
Susurrar palabras de aliento en Chaco, recrear en obras de teatro situaciones de violencia en Salta, hacer un cortometraje sobre violencia en Córdoba, expresar por escrito los sentimientos y discutir lo que pocos se animan en Jujuy son algunas de las formas originales para trabajar sobre violencia que encontraron los distintos centros educativos que participaron de las Jornadas Federales “La violencia contra las mujeres; la escuela como escenario de protección de derechos” que organizó el Ministerio de Educación de la Nación. Las actividades empezaron ayer y continuarán durante todo el día de hoy en el Centro Galicia.
Las jornadas se realizan en el marco del Programa Nacional de Educación Sexual Integral (ESI) y apuntan a que las escuelas “tengan las herramientas necesarias para generar propuestas educativas que visibilicen la violencia como una vulneración de derechos específica para la cual no debe existir el silencio pedagógico”, explicó el ministro de Educación, Alberto Sileoni. Las jornadas buscan promover el intercambio entre docentes, estudiantes y equipos de las jurisdicciones del país y difundir las políticas públicas que se desarrollan en relación a la violencia de género.
En la Escuela de Educación Secundaria Eva Duarte de la localidad de Barranqueras, en Chaco, el equipo de bibliotecarias de la institución trabaja con primero y segundo año. Luego de varias reuniones en la biblioteca, estudiantes y docentes realizaron una campaña donde compartieron frases que seleccionaron de los materiales elaborados por el programa y otras que recibieron en una cartelera pública destinada a este fin.
Eugenia tiene 14 años y está transitando el segundo año en la escuela Eva Duarte; Maiara y Jasmín tienen 13 y recién entran a la misma institución. Las tres integran el proyecto “Escuchame una cosita...”. En una de sus manos, cada una llevó un tubo de cartón forrado con diferentes estilos: los susurradores; y, en la otra mano, una pila de papelitos de colores con frases “lindas y de aliento”. “Pensamos que no servía empapelar toda la escuela con afiches porque nadie se para a mirarlos. Nos reunimos en la biblioteca a pensar y ahí salió la idea de hacer los susurradores”, explicó Eugenia.
Según Jasmín, “muchos chicos tienen miedo de hablar fuerte y el susurrador es algo más íntimo que permite decir muchas cosas”. Además, el sistema sirve para una escuela que “tiene mucha discriminación y prejuicios por ejemplo con los chicos homosexuales y queremos concientizar sobre estos temas de una forma linda”.
Otro problema que trabajan “hablando bajito es el embarazo adolescente porque hay muchas chicas que tienen por ejemplo 13 años y ya están embarazadas. Yo al menos conozco a cuatro”, explicó Maiara. “Y eso es porque no saben cómo ponerse el preservativo. Yo iba a la primaria con una, y cuando nos quisieron explicar sobre educación sexual enseguida fueron los padres a quejarse de que eso era tema para adultos”, agregó Eugenia.
Para mostrar el funcionamiento de los susurradores, Maiara tomó el suyo, forrado con lana de colores, y posó uno de los extremos del cilindro sobre el oído de la cronista. Con una voz suave leyó hacia el interior del tubo: “Primero tenés que quererte y valorarte a vos para que te cuiden y te valoren los demás”. Luego, le entregó el papel color verde que contenía la misma frase. “¿Ves que es lindo? A nosotras nos parece que la violencia es horrible, preferimos enfrentarla así, haciendo sonreír”, concluyó Eugenia.
Belén, Matías y Misael son estudiantes de cuarto y quinto año de la Escuela de Comercio Nº 1 Domingo T. Pérez, de la localidad de Pampa Blanca de Jujuy. “Venimos a exponer el trabajo que hicimos con ESI, para demostrar cómo afecta a nuestra sociedad la violencia. Como es un tema que nos afecta mucho, en los talleres fuimos viendo las diferentes formas de afrontarlo”, expresó Belén.
“En nuestro caso fuimos seleccionados por las autoridades de la escuela para traer nuestra experiencia. Nosotros hicimos un cortometraje y folletos para repartir en la comunidad y aprovechamos el Conectar Igualdad para subir lo que armamos y difundirlo a la comunidad, especialmente a escuelas primarias”, explicó Misael. “También hicimos muchos textos sobre cómo nos sentimos respecto de la violencia y cómo podemos combatirla. La idea es contar nuestra experiencia y mostrar nuestro material audiovisual”, explicó Matías.
También llegados desde Jujuy y cargados con cajones de morrones, tomates y chauchas que habían traído de regalo, los estudiantes del bachillerato provincial Nº 1 Fraile Pintado, localidad de Ingeniero J. Iturbe, Ledesma, contaron su experiencia. A partir de un episodio de violencia entre estudiantes que marcó a la comunidad escolar, realizan anualmente cuatro talleres sobre ESI.
Agustina, María Sol y Esteban tienen 15 años y cursan tercero en Fraile Pintado. “Hubo un caso que marcó a fuego la escuela, había una pareja y el novio le disparó a la chica en una pelea. Después se fue, pensando que la había matado. Cuando lo quiso agarrar la policía se suicidó. Por suerte la chica se salvó y con mucho esfuerzo terminó de cursar”, contó María Sol. “Desde el colegio empezamos a ver cómo enfrentar estas cosas y empezamos a tener mesas de diálogo y discusión”, explicó Esteban.
La directora, Arminda Figueroa, que acompañaba a los estudiantes, agregó que “desde la existencia de la ESI y de la Ley 26.150 tenemos las herramientas para poder afrontar estos temas. Nosotros teníamos miedo de charlar con los chicos, pero fuimos aprendiendo a lo largo de estos años que solo había que darles voz”, concluyó.
Mayra, Selena y Erica vinieron desde Salta, donde cursan en un colegio de arte. “Realizamos dos performances en la calle, una sin violencia física y otra con violencia” explicó Mayra. “La pimera vez nadie se paró siquiera a mirar, los actores se gritaban y la gente pasaba como si nada”, explicó Selena. “Sin embargo cuando aparecieron gestos de violencia física, se metió una señora. Fue raro porque se metió para que el chico la suelte a la chica pero diciendo que con la violencia no se juega”.
“Cuando explicamos que era una actuación y preguntábamos qué les generaba eso, nos contestaron que no sabían si meterse o no porque eso es algo privado. Que se tiene que resolver adentro de las casas”, explicó Erica con cara de sorprendida. “Nosotras creemos que estas cosas no se solucionan en privado, sino que tienen que resolverse como sociedad, porque la violencia está demasiado metida”, concluyó Mayra.
Informe: María Fernanda Rezzano.

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