Historias de quienes le ganaron a la crisis. En plena debacle económica asumieron una actitud optimista. Sobrevivieron a deudas, entre muchas otras adversidades. Confiesan que pensaron abandonar. Ahora cuentan aquí el secreto de sus éxitos.
En un notable ensayo sobre “Guerra y paz”, Isaiah Berlin –filósofo de origen letón– se ocupa de aquello que obsesionaba a Tolstoi: la Historia sucediendo en vivo en una Moscú aniquilada por la invasión napoleónica. Dice Berlin: “Tolstoi destaca que, a partir de las heroicas proezas de Rusia posteriores al incendio de Moscú, es posible inferir que sus habitantes estaban por completo volcados en actos de sacrificio personal –para salvar el país o lamentar su destrucción, sumidos en el heroísmo, el martirio y la desesperanza–, pero en realidad no era así. Lo que preocupaba a la gente eran sus intereses personales. Quienes, como siempre, atendían sus negocios sin emociones heroicas y sin pensar en ser actores en el luminoso escenario de la historia, eran los más útiles al país y a la comunidad”.
Acaso es posible destruir una ciudad, pero no es posible extinguir su pulso. El 2001 es un tajo en la sociedad argentina: todos nos acordamos de aquellos días aciagos. Con corralito o sin él, con indignación política o no, con amigos haciendo valijas o abuelos perdiéndolo todo, no hay manera de recordar aquello sin ser invadidos por esa sensación de haber caminado por las calles de un país desmantelado. Se habían extinguido las huellas del gran plan.
¿Cómo salía de esa situación un país con 14 monedas, cinco presidentes, 39 muertos democráticos, una sociedad crispada y escéptica? Se salía, como indica la parábola de Berlin, de la única manera que el hombre de a pie sabe: trabajando para comer. Un plan simple, pero a la distancia una aventura heroica.
Hay una vieja máxima que dice que cuando las mujeres toman las calles las cosas se ponen serias. Estos cuatro ejemplos de emprendimientos que nacieron en los peores días de la crisis y que cumplieron 10 años, fueron liderados o coliderados por mujeres en su fundación. Son una peluquería para chicos, un fabricante de ropa femenina, un negocio de productos de belleza corporal y otro de ropa para chicos. Todos ellos atravesaron enormes dificultades en el comienzo –rota la cadena de pagos, inversión agotada en los primeros meses, falta de crédito y una incertidumbre del tamaño de sus sueños–, pero luego se consolidaron y hoy miran el futuro con optimismo. Hicieron lo único que sabían hacer. Esas pequeñas historias son las que escriben la gran Historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario