Por Victoria Ginzberg
Estela de Carlotto recibió uno de los principales reconocimientos internacionales en el campo de los derechos humanos. “No somos heroínas, sólo mujeres, madres, abuelas”, dijo al agradecerlo. La acompañó la Presidenta, que también se reunió con su par francés, Nicolas Sarkozy.
ESTELA DE CARLOTTO RECIBIO EL PREMIO FOMENTO DE LA PAZ EN LA SEDE DE LA UNESCO (...).
El organismo concedió ayer su distinción más importante a las Abuelas de Plaza de Mayo en reconocimiento a su labor. Estela de Carlotto agradeció: “Tenemos el compromiso de no renunciar a la lucha”.
La directora de la Unesco, Irina Bokova, y el ex presidente portugués Mario Soares aplauden a Estela de Carlotto, abrazada por Cristina Kirchner.
Desde París
“Abuelas de la Plaza, el mundo las abraza.” La frase resonó en el gran salón de la Unesco en el momento en que la directora del organismo internacional, Irina Bokova, y el ex presidente de Portugal Mario Soares concretaban la entrega formal a Estela de Carlotto del premio Félix Houphouët-Boigny de Fomento de la Paz. “No somos heroínas ni diferentes, sólo somos mujeres, madres, abuelas”, resumió después la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Y le contestó una ovación.
Desde temprano, los alrededores de la Place de Fontenoy, donde queda la sede de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), se fue llenando de gente que hacía fila bajo un estricto operativo de seguridad. La parte superior de la torre Eiffel se podía ver con solo levantar la cabeza. Túnicas brillantes, pañuelos, vestidos y sombreros de colores fuertes poblaban el lugar, ya que la distinción otorgada a las Abuelas fue establecida por los países africanos (lleva el nombre del primer presidente de Costa de Marfil independiente) y sus delegaciones eran mayoría.
Adentro, los argentinos se ubicaron en las primeras filas del auditorio. Allí estaban las abuelas Rosa Roisinblit, Elsa Oesterheld y Buscarita Roa, los nietos que recuperaron su identidad y los funcionarios que habían acompañado a la Presidenta en su viaje a París. En el escenario, delante de una pared con el logo de la Unesco y las banderas de todos los países miembro, se sentaron Estela de Carlotto, Cristina Kirchner, Bokova, Soares (fue el presidente del jurado), el ministro de Justicia y Libertades francés, Michel Mercier, y una decena de representantes de naciones africanas. En un costado se ubicó el coro de la Unesco, que dio inicio a la ceremonia con el “Laudate Dominum” de Mozart.
El acto continuó con los discursos de casi todos los que estaban en el escenario, empezando por los presidentes de los países que habían impulsado la creación del premio y que dedicaban varios minutos a agradecerse una y otra vez entre ellos. Pero el lugar distaba de ser solemne. Cada vez que uno de los jefes de Estado se acercaba al micrófono, una barra lo vivaba con melodías de cancha, chiflidos y agite de banderines. “Son los groupies”, describió una persona del lugar.
Cuando le tocó el turno a Cristina Kirchner, los argentinos no fueron menos y alentaron y aplaudieron de pie. “Hoy estoy aquí en mi doble condición. No solamente como presidenta de la República Argentina, sino como una ciudadana más”, comenzó CFK. “Quiero hacer un homenaje –dijo– en la figura de Estela a todos aquellos que durante muchísimos años reclamaron justicia. Estas mujeres jamás preconizaron o hicieron uso de la violencia. Al contrario, aun cuando casi todos habían perdido las esperanzas, siguieron reclamando ante los tribunales, ante los jueces del país, ante el Parlamento argentino, ante los distintos Poderes Ejecutivos, justicia, memoria y verdad. Recuerdo haber dicho en mi intervención en la Cámara de Senadores (en el debate por la anulación de las leyes de punto final y obediencia debida) que no sé si a mí me hubieran arrebatado un hijo y no lo hubiera podido ni siquiera llorar o llevar una flor a su tumba, si hubiera tenido la entereza y la fortaleza para reclamar justicia, memoria, verdad en el tono y en la forma en que estas mujeres lo hicieron. Creo que esto es lo distintivo de ellas. No es solamente haber logrado recuperar identidad, sino haber podido persistir sin caer en esas falencias de la condición humana, que son muchas veces los instintos de venganza o de querer hacer justicia por la propia mano. Nada más alejado de estas mujeres que parecían muy débiles, que algunos calificaron de locas y creo que eran las más cuerdas y las más racionales en aquellos momentos en la Argentina.”
También describió al país como “un modelo de lo que debe ser un estado de derecho respetuoso de la vigencia de los derechos humanos en forma irrestricta” (...). “Quiero decirles–-agregó– que la Argentina necesita de la memoria, necesita de la verdad, necesita de la justicia para dar vuelta esa página dolorosa que vivimos. Queremos dar vuelta esa página dolorosa, queremos recuperar a los nietos que nos faltan todavía y queremos, además, que, finalmente, se termine dando justicia a todos aquellos que la han reclamado.”
Antes, la directora de la Unesco dijo que como madre y como abuela saludaba la lucha de las Abuelas y su valentía: “A través de sus gestiones, ustedes han abierto el camino para una nueva Argentina”. La última en hablar fue Carlotto, que agradeció a la Unesco en nombre de todas las Abuelas (...).
Dijo que las mujeres que integran la organización que preside están lejos de ser el prototipo de la abuela de cabello blanco y anteojos caídos sobre la nariz que se abraza a su nieto en un sillón mientras le cuenta historias: “No estamos sentadas, el sillón está tan vacío como los brazos. En constante peregrinaje por el mundo en busca de nuestros hijos y nietos nació una lucha colectiva de Madres, Abuelas y Familiares que reclamaban por sus seres queridos”. Carlotto señaló que su tarea está guiada por amor y sentimientos pacíficos, pero que eran implacables en la convicción de buscar la verdad y la justicia y que, por su tarea, que tiene repercusiones en diferentes ámbitos, las llaman “abridoras de caminos”. “Tenemos el compromiso de no renunciar a la lucha. Y la advertencia de que este despojo no podrá repetirse en ningún lugar del mundo porque habrá mujeres que, como nosotras, se levanten para defender el cachorro. Se sabrá que hay lucha en paz para que nunca más sea posible tal despojo. No somos heroínas ni somos diferentes, sólo somos mujeres, madres, abuelas”, cerró su discurso y fue aplaudida por todo el auditorio, del que formaban parte, entre otros, la ex primera dama francesa Danielle Mitterrand, el ex primer ministro Lionel Jospin y el actual alcalde de París, Bertrand Delanoe.
Como cierre de la ceremonia del premio que ya recibieron Lula, Nelson Mandela, Yasser Arafat, Yitzhak Rabin y Shimon Peres, entre otros, el pianista y embajador Miguel Angel Estrella tocó con su cuarteto cuatro ritmos del Unasur, entre ellos “Alfonsina y el mar”. CFK y Carlotto escuchaban desde el escenario. La presidenta de Abuelas miraba al público. La sala estaba oscura, pero sabía que allí cerca estaban ocho de los 105 chicos que habían recuperado su identidad. Uno de ellos, Horacio Pietragalla, la miraba y lloraba.
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