lunes, 10 de septiembre de 2018

Ayer fuimos testigos de un partidazo

¡Atención, guionistas! Del Potro perdió, pero su película sigue sumando capítulos

Por: Pablo Rodríguez Denis
 

La caída ante un implacable Djokovic en la final del US Open y el "retroceso" al 4° puesto del ranking ATP cortaron el envión anímico y tenístico de un Del Potro que sin embargo no tiene qué reprocharse. Su milagrosa recuperación es digna de guión hollywoodense.

Pasaron 9 años, pero para Juan Martín Del Potro pasó mucho más. De la gloria a la nada y de la nada a la gloria de nuevo, sin escalas. El tandilense supo convivir con el mayor temor en la carrera de cualquier deportiste de elite: sentir que el físico te abandona no es para cualquiera. Y vaya si Delpo lo sabe.

Porque aquel 14 de septiembre de 2009, a poquitos días de cumplir 21 años, el argentino tocó el cielo con las manos en el US Open y se metió en el bolsillo a un estadio Arthur Ashe que vibró con el maratónico encuentro que le dio su primer Grand Slam frente a un tal Roger Federer, uno de los mejores tenistas de la historia.
 
Y así Del Potro, que ya se había metido en el top ten un año antes con apenas 20 primaveras según su DNI, confirmó definitivamente que era un tenista de elite. Talento, sacrificio y, sobre todo, proyección, lo ponían al argentino como un jugador sin techo, de esos que estaban para cosas grandes.
Pero claro, ni Federer ni Nadal ni Djokovic fueron los grandes “enemigos” del tandilense en su carrera profesional, sino que fue su físico fue el adversario a vencer. Y costó. Costó mucho.

En 2010 llegó la primera complicación en su muñeca izquierda, precisamente luego de alcanzar su mejor ranking hasta el momento (4°). Esa operación y la inactividad le pasaron factura, pero pudo volver a su nivel y en 2014 volvió a estar en el “top 4”. Sin embargo, su maldita muñeca le iba a volver a jugar una mala pasada y durante gran parte de ese año y todo 2015 estuvo yendo y viniendo para intentar recuperarse.

Con tres operaciones a cuestas, los rumores de retiro y un ranking alarmante (llegó a estar 1045°), aquel Del Potro que había obnubilado a todos con su potencia y tenacidad ya parecía cosa del pasado. Ya nadie ubicaba a Juan Martín entre los tenistas de elite y pocos creían en una resurrección como la que vendría. 

 


 “Pero si pensás que estoy derrotado, quiero que sepas que me la sigo jugando”, escribía en su cuenta de Twitter promediando 2015, cuando las luces se habían apagado por completo y todo parecía historia juzgada para él. 
 
Del Potro seguía confiando en su recuperación, incluso mientras gran parte del mundo del tenis ya no lo hacía. Aquel video que le mandó a sus amigos en abril de 2016 significó, con el tiempo, casi un llamado de atención para propios y ajenos. “Las ganas de entrenar son muy pocas, las ganas de salir de la cama son muy pocas. Pero el orgullo y el amor propio es mucho más fuerte", avisaba por ese entonces.
 
El tiempo le daría la razón. Porque ese mentiroso 1045° en el ranking fue subiendo a medida que Del Potro iba recuperando su confianza. Su revés maltrecho por esa muñeca dolorida lentamente fue ganando en fuerza y el argentino comenzó a recuperar terreno.
Y 2016 fue el año que le permitió “volver a sonreír" en una cancha, como él mismo pedía en esa grabación a sus amigos. La medalla de plata en Río 2016 (victorias ante Djokovic y Nadal incluidas) significó un nuevo envión tenístico y anímico innegable. Y desde ahí su vertiginoso ascenso ya no paró. Para colmo, a fin de año llegó la histórica consagración en la Copa Davis, la única en la historia argentina, que terminó de callar las voces que todavía tildaban a Del Potro de "individualista". Él fue el líder de un equipo que entró en la historia en Zagreb, Croacia.

El equipo argentino levantando la Ensaladera en Zagreb<br>

 Es así como este último 13 de agosto, en medio de un 2018 soberbio que incluyó su primer título en un Másters 1000 en Indians Wells, Del Potro alcanzó un nuevo hito en su carrera: alcanzó la 3° posición del ranking ATP, algo completamente impensado hasta hace no tanto tiempo.
 
Por eso, y solamente por eso, sólo aquellos que siguieron con detalle su carrera (y sobre todo su recuperación) podrán entender la magnitud de lo hecho en este US Open, donde a esta altura el tandilense es más local que los tenistas locales. El “patio de su casa”, como quien dice.

¿Y AHORA?

¿Si tiene techo? Seguramente no. Con 29 años, y pese a haber perdido el 3° puesto en el ranking en manos de Djokovic, Delpo sabe que tiene material de sobra, e incluso tampoco parece una locura soñar con el 1°. Pero no sé desespera.
Así como aquella tarde lluviosa de Buenos Aires que lo tenía corriendo en una cita al borde las lágrimas en 2016. O en 2015, cuando se recuperaba en la soledad de una playa y pocos se acordaban de él. "La Torre de Tandil" trabajará en silencio para seguir creciendo. Porque el tiempo...el tiempo no para. Y él tampoco.

 

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