El Papa Francisco celebró el día de la Virgen de Guadalupe, patrona de América latina, con una misa solemne en la Basílica de San Pedro. La obra de Ariel Ramírez acompañó la celebración.
Por Alejandra Peñalva
La cantante Patricia Sosa, Facundo Ramírez, hijo del compositor, además de un grupo de músicos argentinos y del coro romano Música Nuova protagonizaron este histórico acontecimiento. ¿Las razones? Este es el año en que la Misa Criolla cumplió 50 años y sonó frente al primer Papa Latinoamericano.
"Cuando escuché por primera vez la Misa Criolla era estudiante. Me gustó mucho el «Cordero de Dios», que es de una belleza impresionante. De lo que nunca me olvido es de que la escuché cantada por Mercedes Sosa", confesó el Papa en la entrevista que le concedió a la periodista argentina Elisabetta Piqué para La Nación.
Fue una celebración religiosa de enorme emoción, ya que mientras el Papa oficiaba la misa y durante el rosario se interpretaron los dos villancicos de “Gloria a Dios”. Por primera vez, se realizó dentro de la basílica de San Pedro, debajo del Baldaquino de Gian Lorenzo Bernini, lo que hizo aún más deslumbrante la ejecución.
La genial obra de Ariel Ramírez
La "Misa Criolla", que este año cumplió 5 décadas, tiene en su esencia un carácter religioso cristiano, aunque con los años transcendió su forma de misa cantada.Es una obra para solistas, coro y orquesta, de naturaleza religiosa y folklórica, inspirada en las monjas alemanas Elizabeth y Regina Brückner que protegieron a prisioneros de un campo de concentración durante el nazismo. Ramírez las conoció en un convento del poblado holandés de Würzburg durante un viaje de juventud en la década del ’50.
Fue compuesta y grabada en 1964. La versión original fue realizada por Los Fronterizos, la Cantoría de la Basílica del Socorro y una orquesta integrada por instrumentos regionales, con Domingo Cura en percusión, Raúl Barboza en acordeón, Jaime Torres en charango, Chango Farías Gómez en bombo y accesorios, entre otros. Se publicó como disco en 1965, en la cara A de un long play que también contenía la obra Navidad nuestra, con tuvo un letrista de lujo: Félix Luna.
Representó una novedad, con sus ritmos folklóricos de Argentina y Bolivia (yaraví, chacarera, vidala, baguala) y ayudó a su trascendencia tanto dentro como fuera de los ámbitos religiosos. Hasta entonces, las misas habían sido escritas por compositores europeos (Machaut y Palestrina en los siglos XIV y XVI, respectivamente), luego las misas barrocas de Monteverdi, Bach y Purcell y sigue la lista.
Pero el clima de apertura de la década del '60, que capitalizó las innovaciones surgidas en el Concilio Vaticano II, permitió que estos cambios se convirtieran en realidad. Así como las misas dejaron de celebrarse en latín y pasaron a realizar en el idioma de cada país, los ritmos originarios también ganaron visibilidad.
A su regreso a Buenos Aires, Ramírez se abocó a la composición y a la traducción de textos junto a su amigo, el padre Osvaldo Catena, el padre Alejandro Mayol y Jesús Gabriel Segade, quién además se encargó de los arreglos corales.
Para su composición, Ramírez respetó la estructura tradicional de 5 movimientos de las misas pero las adaptó a los ritmos de la región: así el Kyrie sonó a baguala; el Gloria a carnavalito; el Credo como chacarera trunca; Sanctus como un carnaval cochabambino y el Adnus Dei tuvo estilo pampeano.
Tuvo muchas versiones. Los Fronterizos volvieron a grabarla 12 años después, con arreglos de Oscar Cardozo Ocampo. Y, por supuesto, resuena la voz de Mercedes Sosa, de Zamba Quipildor y hasta la del tenor José Carreras, en registros posteriores.
El de hoy fue un merecido homenaje a un artista mayúsculo de nuestra tierra. El santafesino Ariel Ramírez, fallecido en 2010, no sólo fue un genial compositor, sino también un defensor del trabajo de los músicos, en su condición de Presidente de Sadaic y, fundamentalmente, uno de los más prestigiosos embajadores de nuestra cultura en el mundo.
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