El "museo emotivo" convierte al público en la estrella
Lejos de la solemnidad, los centros de exposiciones buscan nuevas
maneras de comprometer al visitante con las obras de arte o los hechos
históricos; los recursos incluyen dispositivos multimedia y ambiciosas
recreaciones.
Por Laura Ventura
El protagonista de "Axolotl", el cuento de Julio
Cortázar, atravesaba una experiencia no sólo conmovedora, sino
trascendental tras contemplar detrás del vidrio del acuario a los
anfibios de origen mexicano. Este personaje podía comprender el pasado y
la esencia de estos seres y, a su vez, la propia. Así, dos culturas y
lenguas distantes dialogaban. A modo profético, el autor anticipaba una
búsqueda que orientaría a los responsables de los museos y centros de
exposiciones que apelan cada vez más a transformar al visitante, antes
que a colmarlo de imágenes e información.
El denominado "museo
emotivo" no se refiere a la institución en sí, sino a la estrategia que
llevan a cabo en la actualidad muchos de estos centros. Así lo explica
Américo Castilla, presidente de la Fundación Teoría y Práctica de las
Artes (TyPA). "La emoción es un vehículo muy eficaz -como lo es en el
cine, el teatro, la música o la literatura- al que puede recurrirse en
el proceso de construir sentido por medio de sus exposiciones. Éstas son
puestas en escena que pueden, o no, crear empatía con los visitantes
[de distintas características, edades, géneros, capital cultural, clase
social, etc.].
" Uno de los casos más emblemáticos y elogiados a nivel mundial de un
"museo emotivo" es el que se experimenta en Liverpool, en el Museo
Internacional de la Esclavitud. Inaugurado en 2007, el objetivo de los
organizadores es poder narrar historias de personas que sufrieron la
esclavitud para que el visitante pueda aprender de la historia y del
presente de esta práctica. De este modo, los museos no son sólo un
vehículo que transporta hacia al pasado, sino que conducen a sus
visitantes a reflexionar sobre el presente. En la película Escritores de
la libertad (2007), con Hilary Swank, una profesora de literatura busca
-y logra- resolver el conflicto racial de su clase a través de una
experiencia movilizadora: la visita al Museo de la Tolerancia, en Los
Ángeles.
En el contexto argentino, Castilla destaca el Museo Regional de San
José, en Entre Ríos, con su exposición permanente sobre la inmigración
europea: "Los visitantes ingresan en la cubierta de un barco de vela,
como lo hicieron los pioneros suizos que venían de los Alpes y se
sorprenden con un paisaje de bosque litoraleño, el sonido de sus aves y
el murmullo del agua del río Uruguay. El impacto emocional de ese
encuentro inesperado facilita enormemente la comprensión y la
participación en la experiencia que propone el museo en su transcurso".
De las musas al sujeto
Los museos nacen en la Antigua Grecia con el fin de adorar a las
musas, de aquí su nombre, templos reservados para las elites del mundo
helénico. Este concepto fue mutando con el transcurso de los siglos y
estas colecciones privadas comenzaron a abrir sus puertas al público. En
el imaginario popular, el concepto de estos sitios está vinculado a
edificios en los que se acude a contemplar arte o fragmentos de la
historia. Custodios de los objetos que fueron testigos de hechos e ideas
clave de la humanidad, hoy son mecas y sitios de visita casi
obligatoria de turistas y estudiantes. Hasta hace algunas décadas, el
énfasis de los museos estaba puesto sobre estos objetos, como puede ser
La mesa de los pecados capitales, de El Bosco, en el Museo Nacional del
Prado de Madrid.
En el siglo XXI, existe una nueva orientación de
índole participativa con una dirección hacia el "museo emotivo". David
Fleming,director de los Museos Nacionales de Liverpool y líder de la
institución Alianza de Museos por la Justicia Social, precisa sobre esta
estrategia. "Creo que muchos museos,de modo efectivo, tienen como
sujeto de interés a la gente y no a los objetos en sí, muchas veces
considerados la esencia de éstos, algo que ocurre en el caso de los
museos de arte.Sin embargo, para muchos otros museos, su corazón está en
las historias de las personas y estas historias son, a menudo,
emotivas. Este contenido atrae al público porque es más probable que
sientan que el museo les pertenece a ellos antes que, y de modo
distante, a un académico."
Fleming enumera varios ejemplos del "museo emotivo". Uno de ellos,
que genera "enojo, pena y orgullo", es el Museo Conmemorativo Nacional
228, en Taipei [en homenaje a las víctimas de la masacre ocurrida
durante la ocupación japonesa en 1947]. En Brasil, destaca el experto,
se encuentran el Memorial de la Resistencia, el Museo Afro Brasil, el
Museo de la Inmigración y el Museo del Fútbol. Además,señala que el
Museo para la Democracia Internacional en Rosario, una iniciativa
privada que tendrá como sede el Palacio Fuentes, será otro caso de un
"museo emotivo".
Lejos de toda solemnidad, hace algunas semanas se
realizó en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires el Museums Showoff,
organizado por TyPA, donde personalidades de este campo compartieron
sus experiencias.Uno de los oradores fue el curador Santiago Villanueva,
quien explicó su proyecto, cada vez más convocante, llamado Bellos
Jueves.El último jueves de cada mes, el Museo Nacional de Bellas Artes
invita a un público radicalmente diferente del que suele frecuentar sus
salas, con un menú que incluye, además de las muestras tradicionales, un
menú con DJ en vivo, artistas plásticos y escritores. Así funciona
también la Saga Instalación, que podrá verse el próximo jueves. Con
Sebastián Carreras en programación, el grupo Entre Ríos propone desarmar
el formato canción dentro de un espacio-instalación que persigue una
experiencia de resignificación sonora y emotiva,otra manera de
interacción con el oyente en las maneras de oír música grabada.
Este
año se celebró la Conferencia Anual de la Asociación de Museos, en
Cardiff, un encuentro convocado con la consigna "Los museos cambian la
vida". Nada resulta tan eficaz como partir de un
estímulo, a través de una experiencia movilizadora, para conducir al
análisis. "La emoción es una impronta que abre los sentidos del
espectador y lo dispone a la reflexión no sólo sobre lo que se exhibe,
sino sobre sí mismo y su sociedad.Aun un experto puede sorprenderse
frente a detonantes emotivos que disparan nuevas asociaciones y lo
predispone para una aventura intelectual singular", explica Castilla.
"El
desafío de los staff de los museos es el de dejar de actuar como si los
museos fuesen desapasionados y considerar que, en cambio, son lugares
donde está bien sentir emociones",sintetiza Fleming. Los museos cobran
cada vez más un rol protagónico en las sociedades,lejos de la solemnidad
con la que se los acostumbraba pensar. Muchos de ellos apuestan a
susurrar, a abrazar y a sacudir a sus visitantes,e incluso, como en el
cuento de Cortázar, a trasladarlos del otro lado de la vitrina: que no
haya objeto más interesante de estudio y de contemplación que ellos
mismos.
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