domingo, 26 de octubre de 2014

Matemática y juegos

Una plaza como aula gigante

El evento fue organizado por el Ministerio de Educación y el Canal Encuentro frente al Palacio Pizzurno. Participaron 17 escuelas porteñas y bonaerenses. El docente y periodista cautivó a los chicos con ejercicios y problemas para pensar y divertirse.


“Esto es una fiesta”, aseguró Adrián Paenza, antes de comenzar su clase pública de matemática.
Imagen: Rafael Yohai

La Plaza de los Dos Maestros, en el barrio de Recoleta, se había convertido ayer en un aula gigante. Casi unos 600 estudiantes se ubicaban en pupitres escolares que se habían instalado en hileras, de cara a la sede del Ministerio de Educación de la Nación. En un escenario montado sobre la calle Pizzurno, un pizarrón, varias tizas y un escritorio adornado con un globo terráqueo esperaban a Adrián Paenza. El periodista y docente dictó una clase abierta en la que realizó ejercicios matemáticos a su manera, con ejemplos de la vida cotidiana y juegos para lograr explicaciones prácticas y hacer participar a los alumnos. La idea del encuentro era pensar y divertirse, aunque se tratara de hacer cálculos y recién hubieran pasado algunos minutos de las 10 de la mañana.
“Esto es una fiesta”, aseguró Paenza, antes de comenzar su clase de matemática para las 17 escuelas secundarias porteñas y bonaerenses que dieron el presente. Muchos de los adolescentes, acompañados de sus docentes y directores, le prestaban atención con gorras blancas para protegerse del sol y remeras que llevaban la inscripción “Clase Abierta de Adrián Paenza”.
La actividad fue organizada por la cartera educativa y el Canal Encuentro, con el apoyo del Ministerio de Cultura y el Programa Conectar Igualdad, como un homenaje al matemático. En agosto, la Unión Matemática Internacional lo premió con el galardón Leelavati 2014 por su papel en la divulgación de esta ciencia exacta, que plasmó en numerosas publicaciones en Página/12, en ocho libros y en sus programas de televisión.
Paenza explicó a chicos y docentes que “para las matemáticas no hace falta saber nada, hace falta pensar. Nosotros no nacimos sabiendo, vivimos probando y equivocándonos”. Además resaltó el valor de que exista la educación pública como una herramienta para socializar el conocimiento. “La única manera de igualar para arriba es a través de la educación libre, gratuita y obligatoria, garantizada por el Estado”, consideró.
Durante más de media hora, el matemático presentó distintos problemas, para los cuales hacía pasar al frente a los adolescentes que se ofrecían como voluntarios. Desde abajo, varios alumnos seguían los ejercicios con sus netbooks escolares; la mayoría gritaba los resultados que sacaban usando la cabeza.
La charla contó también con la presencia del titular del Ministerio de Educación, Alberto Sileoni, quien sostuvo que “ésta es una clase de reconocimiento a Adrián Paenza, es la posibilidad de traer a los chicos y mostrarles otro modo de ver la matemática, que es algo que estamos tratando de introducir en las escuelas. Como hace Adrián, esta disciplina también puede tener belleza y creatividad”.
“La clase estuvo muy buena. Paenza es un capo, lo conocía pero nunca lo había escuchado. Por ahí tiró varios ejercicios que ya sabía porque los había buscado por Google”, contó a este diario Magalí, una alumna de 16 años de la Escuela Media 13, de La Plata. “A mí siempre me gustaron las matemáticas, cuanto más difíciles son los ejercicios más me enganchan”, agregó.
Mientras tanto, Yazmín, estudiante de primer año de la Escuela 15, de Tandil, comentó que “no me gustan mucho las matemáticas pero me gustó la clase. Hacía juegos y enseñaba cosas que no sabía”.
“Nosotros trabajamos con un grupo de estudiantes hipoacúsicos y sordos y enseñar matemática es el doble de problemático. No sólo tenemos que emplear recursos para disminuir el nivel de abstracción de lo que transmitimos, sino que también tenemos que trabajar con el lenguaje de señas, que tiene sus particularidades. Por eso, esta invitación es muy importante”, señaló Gabriela San Martín, directora de la Escuela 503, de Tres de Febrero. El colegio trabaja desde 2009 en un proyecto de integración con 20 alumnos hipoacúsicos. Algunos de ellos estaban sentados en primera fila y prestaban atención a las intérpretes que, debajo del escenario, traducían lo que Paenza explicaba.
Mayra, profesora de primer y tercer año de la Escuela Secundaria 9, de San Miguel, reflexionó que “los chicos se copan porque es otra mirada de la matemática, es más lúdica. El sentido de la materia no es repetir, sino razonar y que le encuentren un sentido. Al ser una materia dura, esto es un aporte fantástico”.

Informe: Gonzalo Olaberría.

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