lunes, 11 de agosto de 2014

Mensaje por la paz en concierto a cielo abierto

Barenboim emocionó con su orquesta en Puente Alsina

Dio un notable espectáculo público con la West-Eastern Divan Orchestra, ante casi 10.000 personas que lo ovacionaron de pie. Conmovido, el director argentino dio otro mensaje por la paz en el mundo.


A cielo abierto. El director argentino y sus jóvenes músicos israelíes y palestinos, ayer en el escenario de Puente Alsina. Como regalo hubo una versión de la milonga El firulete. / LUCIANO THIEBERGER

Ya había brillado solo en el Teatro Colón donde se movió cómodo como si fuera su propia sala de ensayos. Su casa. Su escenario preferido. También lo hizo junto a su amiga Martha Argerich, en ese mismo teatro inmenso, durante toda esta semana que pasó y que la Ciudad celebró como el Festival Barenboim en su honor. Incluso se dio el gusto de romper cierto protocolo al sumarla a ella y a los integrantes de Les Luthiers en una noche –la del sábado– que resultó tan increíble como inolvidable para él como para el público que tuvo la suerte de asistir a esa sala, la mayor de la cultura de la Ciudad. Y ayer, el gran maestro Daniel Barenboim volvió a hacer lo mismo: otra vez rompió el protocolo y otra vez recibió aplausos de pie y ovaciones del público que lo había esperado durante días con ansiedad y sorpresa. En medio de su concierto, casi al cierre, Barenboim interrumpió su presentación para agradecer la presencia de la multitud que lo acompañaba (“algo que no suelo hacer”, dijo), y, conmovido, celebró regalar un concierto especial: esta vez, a cielo abierto y en un lugar inusual para un director de su trayectoria, al pie del Puente Alsina de Pompeya, al sur de la Ciudad.
El director argentino llegó invitado por el Ministerio de Cultura porteño al frente de la West-Eastern Divan, la orquesta que formó con jóvenes palestinos, israelíes y españoles para demostrar que el arte puede dar un mensaje de paz. Bajo un cielo gris, que no amenazó con lluvias, abrió bien los brazos y así ofreció un repertorio del francés Maurice Ravel que incluyó el emotivo Bolero y al final, como sorpresa, una versión de El firulete que fue guiño y regalo hacia un público respetuoso y a un barrio que respira tango y milonga desde que nació. El concierto de Pompeya fue en el marco de los conciertos que dio durante la semana en esta visita al país y marcó la presentación del Polo Bandoneón, el centro cultural que funcionará dentro del Puente Alsina a partir de septiembre.

El lugar estaba repleto desde temprano. El escenario, de frente al puente y las más de 8.000 sillas que se pusieron estaban todas ocupadas. También había cientos de pie a los costados y frente a las pantallas gigantes que dejaban ver cada gesto del maestro y sus músicos. Había f amilias, chicos bailando, parejas, y grupos enteros que cruzaron caminando desde Valentín Alsina para ver el concierto y ser parte del evento.
También quienes llegaron de distintos barrios de Capital. Beatriz Rosciolino, por ejemplo, viajó desde Villa del Parque hasta el puente con su hermana y su hija: dos generaciones unidas por el mejor arte y la mejor música. “Es el mejor, sin dudas. Es hermoso lo que hace, y cómo suenan sus músicos, todos jóvenes. Me emocioné y enloquecí con el Bolero y con El firulete ”, contó, feliz. Otros solo tuvieron que caminar unas cuadras para llegar y celebraron y agradecieron esa proximidad con emoción. Es que desde que trascendió la noticia, el miércoles de la semana pasada, toda Pompeya se revolucionó. La propuesta alteró toda la rutina el barrio y eso se notó cuando las 700 entradas que se dieron en el puente el viernes se agotaron en solo tres horas.
Barenboim también estaba emocionado. Apenas llegó quiso bajar a la altura del público para corregir el sonido. Después buscó ser claro en un mensaje de paz en medio de estos días trágicos que viven palestinos e israelíes. “Yo me fui de la Argentina a los nueve años. Pero algo de la Argentina me quedó para siempre: no hay problemas en tener identidades múltiples. Y esa fue la primera lección que aprendí; que aquí se puede ser polaco, alemán, judío, sirio, libanés, turco; y no por eso, menos argentino ”, comentó, y se llenó de un abrazo de aplausos. Con ese mensaje de paz tan acorde a su trabajo y a estos tiempos agradeció al público que lo celebraba. Y luego cerró con la milonga. “Me halaga que me admiren y que me reconozcan, sería simplemente falso no admitirlo. Pero lo que más me emociona es el cariño que me dan ”, dijo. La ovación llegó con gritos de “viva el tango” y de inesperados “te amo”.
“El Festival Barenboim nació con la idea de incluir una actividad gratuita. Acá, además, lo hicimos en línea de la inauguración del Polo Bandoneón y fue él quién propuso que fuera con esta orquesta de jóvenes artistas palestinos e israelíes, como símbolo de unión del pueblo; fue un concierto memorable, bajo la imagen de un puente como símbolo que une culturas y que permite la atracción de lo diferente y el respeto por lo diferente. De alguna forma fue un mensaje de paz desde Buenos Aires hacia el mundo, un grito de esperanza en medio de lo que pasa entre Palestina e Israel”, cerró Hernán Lombardi, ministro de Cultura porteño e impulsor del concierto.

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