jueves, 14 de agosto de 2014

Argentina en el Royal Ballet

Marianela Núñez, talento a beneficio

Es primera bailarina del Royal Ballet de Londres, única argentina en la historia de la compañía. Hoy actúa gratis.


De regreso. Ganó el Laurence Olivier, en Londres. No venía desde el 2012. 

Laura Falcoff

La extraordinaria bailarina Marianela Núñez es luminosa sobre el escenario -gran don para un intérprete-, pero también lo es fuera de él. Esta muchacha nacida en la ciudad bonaerense de San Martín ingresó cuando era apenas adolescente al Royal Ballet de Londres, pronto fue promovida a la categoría solista y en 2002 a primera bailarina. Irradia un entusiasmo y una felicidad convincentes: nada podría haber sido mejor en la vida que elegir la danza como profesión.
Marianela no baila en Buenos Aires desde 2012 y ahora regresa para hacer dos funciones especiales: hoy en el Teatro Cervantes, una gala en la que también participan primeros bailarines del Teatro Colón, del Municipal de Santiago de Chile y el Ballet Metropolitano (es a beneficio de la Fundación Garrahan; entrada, sólo un juguete), y el sábado 16 en el Club Alemán de San Martín -homenaje de su ciudad natal-, con entrada libre.

¿Qué cosas te ocurrieron en estos dos años?
Mi repertorio sigue ampliándose; hago ballets dramáticos, clásicos, contemporáneos y obras que fueron creadas para mí. Cuanto más ensayos y más trabajos, más feliz. En 2013 recibí el premio Laurence Olivier, el Oscar al teatro, danza y ópera londinenses. Fue por tres obras, dos creadas para mí: Aeternum, de Christopher Wheeldon, Diana y Acteon, de Liam Scarlett, William Tuckett y Jonathan Watkins; y Víscera, de Liam Scarlett. El año 2012 fue el último de Monica Mason como directora del Royal y ella quiso que ese año hubiera tres obras concebidas especialmente para la compañía.
Diana y Acteon fue inspirada en las pinturas de Tiziano, un proyecto muy a lo “Ballets Russes de Diaghilev”, con participación de la National Gallery y música original.

Tu marido, Thiago Soares, es tu partenaire frecuente. ¿Cómo es bailar con él y con otros?
Con Thiago, la confianza; en un ensayo no nos hace falta hablar. Nos miramos y sabemos de qué se trata. Con otros compañeros hay que ser más cauteloso, pero también permite aprender cosas diferentes. Al principio, cuando éramos más jóvenes e impetuosos, Thiago y yo nos peleábamos más fácilmente durante el trabajo; ahora no perdemos tiempo.

¿Cómo definirías la personalidad del Royal Ballet?
La elegancia. Ahora se repone un Don Quijote en la versión del cubano Carlos Costa creada para mí, y es una versión muy chic, muy Royal Ballet. Pero otro rasgo importante es la teatralidad, característica de la tradición inglesa. Ballets narrativos, con dramas y personajes. Tanto la directora anterior del Royal como el director actual trabajaron con los grandes coreógrafos británicos -MacMillan, Ashton- y ellos y los maestros de la compañía nos transmiten esta tradición. Beber agua de esa fuente preciosa es algo maravilloso.

http://www.clarin.com

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