viernes, 21 de febrero de 2014

Un lugar en el Super Rugby

El paso que le faltaba al rugby argentino

La Argentina fue aceptada como socio de la Sanzar y desde 2016 podrá participar en el certamen de equipos más competitivo del mundo; "Se cierra un círculo", dijo Pichot.

Por Xavier Prieto Astigarraga


 Los Pumas, el gran impulso para los avances. 

Y entonces, de a poco pero firmemente, la Argentina terminó de insertarse en la elite del rugby".
Ésa podría ser la última frase de un libro soñado para el rugby nacional. El final feliz de una historia que empezó hace varios años y que ayer, con el anuncio oficial de la organización, quedó a punto de ser realidad: habrá un equipo argentino en el Super Rugby, el certamen anual de clubes más competitivo del planeta, a partir de 2016.
De cumplirse tal cosa, para la que resta la aprobación de Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica, ya acordada de palabra y que tal vez sea firmada a fines de marzo, el rugby albiceleste tendrá todo lo que puede tener en cuanto a competencia para elevar su nivel deportivo: por un lado, actividad de los Pumas en los mundiales y, anualmente, en el Rugby Championship, y por el otro, participación en el máximo nivel de clubes, con el Súper Rugby, también anual, y jugadores en los mejores clubes europeos.
"Es lo que necesita el rugby argentino para cerrar el círculo", expresó a LA NACION Agustín Pichot, consejero titular de la Unión Argentina de Rugby (UAR), desde Sydney, donde viajó para cerrar una negociación que demandó tres días en la ciudad australiana, pero que empezó hace ocho meses, cuando la Sanzar (la entidad que reúne a las tres naciones grandes del hemisferio y que organiza el Súper Rugby) se dedicó a reformar el torneo para hacerle lugar al país sudamericano.
Un logro, un honor, una catapulta para el rugby celeste y blanco. Un hecho que tardó seis años, o 16, o dos décadas, según cómo se lo mire. Está claro que la aceptación de los Pumas en particular y de la UAR en general en el rugby internacional es una consecuencia del rendimiento del seleccionado en Francia 2007, cuando alcanzó el tercer puesto mundialista con una generación formidable. Y es una derivación de la capacidad negociadora del capitán de aquel equipo, Pichot, tan eficaz hoy como directivo cuanto talentoso entonces como medio-scrum. Pero así como se puede pensar que aquella medalla fue el punto de partida, otros pueden creer que la génesis es, paradójicamente, el toque de fondo en un pozo profundo: la goleada, 93-8, que All Blacks propinó a la Argentina en 1997 en Wellington, Nueva Zelanda. A partir de ese día, los Pumas hicieron mucho más audible su reclamo de profesionalizar el rugby nacional. Un anhelo que había nacido poco antes, a mediados de esa década, con la idea de que los deportistas vivieran de esto y que la Argentina redujera la distancia con las potencias.
Tuvo que pasar una década para que la medalla de bronce en el Mundial francés diera el impulso buscado. Pichot empezó a pedir un espacio, fuera en el europeo Seis Naciones o en el sureño Tres Naciones. Lo consiguió en el mejor de ambos, desde 2012. Casi como condición, la Argentina debió disputar anualmente en Sudáfrica la Vodacom Cup, en el tercer nivel de ese país. Para eso creó un segundo seleccionado, Pampas XV, que entre sus cuatro participaciones (2010-2013), logró el trofeo en una (2011). Ahora, el equipo pugnará por la Pacific Cup, desde principios de marzo, pero en Australia. A la vez, la UAR formó un tercer cuadro, Jaguares, de similar importancia, con el que ha disputado la Copa Naciones en Rumania y protagonizado el Americas Rugby Championship en Canadá.
Ambos conjuntos se componen con jugadores rentados, luego de varios pasos transitados hasta este punto. Sudáfrica 1995 fue el último mundial con rugbiers sólo amateurs; en Gales 1999 la UAR aceptó profesionales que actuaban en Europa. Y una vez que la Sanzar admitió a la Argentina se dieron etapas de profesionalización: becas, luego un Plan de Alto Rendimiento (PlAR) y, ahora, un plantel estable de 20 hombres con desempeño exclusivo en seleccionados. "Pasamos por todos los estados: de la euforia al pesimismo, a la estafa y otros problemas, pero hay un final de ciclo lógico y ordenado. A veces cometemos errores, pero las cosas las hacemos", dijo Pichot.
Así anunció Greg Peters, el director ejecutivo de la Sanzar, la novedad: "Hemos elegido un modelo que involucra seis equipos de Sudáfrica y uno nuevo de la Argentina. Ahora será presentado a las uniones nacionales para su aprobación antes de que la Sanzar dé su postura oficial ante los responsables de la TV". Pichot no se permitió la euforia. "Todavía soy cauto; falta que lo aprueben las uniones. Antes de celebrar quiero verlo firmado y con la estructura funcionando. Pero es un paso inmenso. Hoy la Argentina es un socio más. La continuidad en el Rugby Championship está asegurada. Somos socios plenipotenciarios", se complació.
Los jugadores respondieron con emoción: "Es impresionante. Un tremendo logro. Tener un equipo en el Super Rugby era el siguiente paso para seguir creciendo", dijo el capitán argentino Juan Fernández Lobbe.
Todo está encaminado, y el sueño de aquel libro imaginario está próximo a cumplirse. En rigor, aún no hay tal final feliz, pues falta el crecimiento deportivo, objetivo último. Pero para ello hace falta lo institucional y lo organizativo. Y el Super Rugby es el paso definitivo en esa dirección.
Colaboró Santiago Dapelo.

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