domingo, 26 de mayo de 2013

Unos cuantos argentinos en París

Roland Garros, siempre una tentación

PARÍS.- La gente enloquece en las tribunas del Philippe Chatrier. Baila y se mueve al ritmo de la música, en los pocos momentos en los que el sol se filtra en los nubarrones. En una de las cabeceras, sobre los palcos, Novak Djokovic toma el lugar de Bob Sinclair, el más popular DJ de Francia, productor y creador, entre otros, de Love Generation. Nole acompaña a un asistente de Sinclair, el DJ Big Alí, con la consola, gesticula, emite sonidos por los altavoces, mientras en la cancha es precisamente el productor discográfico el que participa de la exhibición, raqueta en mano. Sin dudas, uno de los mejores momentos, el más divertido y que luego se repetiría con la bielorrusa Victoria Azarenka en los controles, del tradicional Kids Day, la jornada benéfica que congregó cerca de 25.000 personas en Roland Garros.
Desde temprano, desafiando el frío, se vivió clima de fiesta, en una jornada por la que se pagan 20 euros, excepción de los menores de seis años. Muchos de ellos podrán asistir a algún día del Abierto francés; otros no. Por eso se interpreta el espíritu, las ganas de obtener una foto o una firma de los mejores tenistas del mundo. Chicos que son capaces de quedarse horas y horas en la entrada del salón de jugadores; a veces sin saber quién es el que sale. No importa, lleva bolso, tiene credencial. Todo vale. Puertas adentro, todo un mundo, de estrellas y de glorias. Pasa Rory Mc Ilroy, figura del golf mundial, pero aquí novio de Caroline Wozniacki, y juntos se topan con Djokovic; minutos de charla, bromas, sonrisas. A pocos metros, una delgadísima Martina Hingis, hoy con 32 años, se dispone a almorzar, mientras la memoria selectiva nos remite a aquella final perdida con Steffi Graf de 1999 que la vio retirarse envuelta en llanto. Detrás de una puerta emerge, casi irreconocible por el paso de los años (a pesar de tener sólo 47), el ruso Andrei Chesnokov, aquel que derrotó por la Davis en 1985 a Batata Clerc en el Buenos Aires, en un interminable partido de tres días de duración y que envió a la Argentina al descenso. Todos se cruzan con todos. Algunos se saludan; otros ni siquiera se registran. Los Grand Slam acostumbran a ese movimiento incesante entre el hoy y el ayer, detrás de las paredes donde ya se respira tenis.
Un Roland Garros siempre tentado a ser histórico. Por Nadal, que buscará superar su propio récord de siete títulos con una octava corona en nueve años, además de exhibir su demoledor récord de 52-1 casi como una obscenidad deportiva; por Djokovic, ese N° 1 carismático que persigue el único Grand Slam que le falta y por el que viene lanzado en las últimas tres temporadas, frenado sólo por el toro español y por un Federer iluminado; por el propio Roger, Ferrer y Berdych, nombres rutilantes del circuito, capaces de vencer a cualquiera, pero que saben que en esta cancha tienen barreras por ahora infranqueables. Por Tsonga, que encarna el eterno sueño francés, perdido en el tiempo desde 1983, hace 30 años, de la mano del inolvidable Noah.
Un Roland Garros que tiene un fuerte acento femenino también. Porque aparece como un torbellino Serena Williams, con 31 años, que cuenta con una serie de 24 triunfos consecutivos en la temporada, pero que curiosamente dentro de su historial de Grand Slams conquistados (15), el abierto francés es el único que obtuvo una sola vez, y hace mucho: en 2002. Éste parece el momento indicado para revivir aquella gloria, aunque en su ruta tendrá a la última campeona, Maria Sharapova, nada menos. Favoritas a las que se asocia Azarenka, envalentonada tras su doble conquista en el Australian Open (2012-13). El resto aparece rezagado, a pesar de que hay ex campeonas en París como la china Li Na (2011), la rusa Svetlana Kuznetsova (2009) y la italiana Francesa Schiavone (2010).
Para los argentinos, una extraña sensación. El shock de optimismo reciente que inyecta Pico Mónaco con su festejo en Düsseldorf contrasta con algunas realidades, la más fuerte provocada por la ausencia de Del Potro, al que muchos imaginaban en esta época apostando por repetir o mejorar su cuartos de final de 2012, pero más que nada, perfilado para achicar la brecha con los top 5. Ello no ocurrirá por el momento. También fuerte desde lo nostálgico será la no presencia de Nalbandian, rehabilitándose de operaciones; no fue su Slam predilecto, aunque una despedida en la cancha, de haber obtenido un wild-card, habría estado acorde con su trayectoria.
Serán entonces ocho los representantes, siete varones (Mónaco, Zeballos, Mayer, Berlocq, Allund, Pella y Delbonis) y una mujer (Ormaechea), liderados por Pico, que buscarán hacerse camino en un torneo con mucha historia para el tenis argentino; con campeones en mayores (Vilas y Gaudio en singles, los más destacados) y con consagrados en juniors (Sabatini, Coria, Pérez Roldán, Zabaleta, entre otros).
Con miles de situaciones, victorias y tristezas, que dejaron sus marcas en el polvo, casi sin necesidad de verificar el pique: las recordamos bien. Un certamen que siempre fue el preferido de los Slams, desde mucho antes de que aflorara la Legión, y que hoy se asemeja más a esa joya que regala pequeños brillos que quedarán como recuerdos en el alma.

http://canchallena.lanacion.com.ar


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