Cieneguilla es un paraje de 13 casas y 90 habitantes. Allí funciona una
emisora que rescata las tradiciones diaguitas para 16 pueblos cercanos.
Su puesta en marcha es parte del plan de la Afsca para fomentar la
pluralidad de voces en el marco de la nueva ley de medios.
Demetrio Yapura, el operador, y Paulino Rueda, el locutor de la radio FM 89.3 Libertad.
Para llegar al paraje de Cieneguilla, en el departamento de Molinos, Salta, se deben recorrer alrededor de 200 kilómetros desde la capital provincial y ascender unos 2 mil metros por sobre el nivel del mar. El camino es difícil, pero enamora. Cerros altísimos se quiebran en paredones de piedra rojizos, verdes y turquesas, que se extienden sobre el horizonte y tapan el cielo. Una angosta Ruta Provincial 33 sigue sus irregularidades y bordea sus precipicios en soledad, a medida que sube y baja los Valles Calchaquíes. Entre los cardones inquebrantables y los ríos secos por una temporada de sequía que acaba de terminar se levanta la radio FM 89.3 Libertad, la primera emisora comunitaria de la región que transmite para 16 pueblos diaguitas en un radio de 20 kilómetros. Pertenece a la comunidad indígena y funciona hace cuatro meses como una herramienta que tiene la intención de recuperar su cultura y sus tradiciones. “Las nuevas generaciones no conocen su historia. La radio nos da una voz y nos permite recuperar nuestra identidad”, aseguró Paulino Rueda, locutor de la radio salteña.
La emisora es de material, tiene una antena de transmisión de unos 30 metros y un estudio con consola, una computadora completa y equipos de potencia y excitación de frecuencia, que funcionan con paneles solares. Como sucede en casi toda la zona, no hay tendido eléctrico. Transmite desde agosto de este año, después de que la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) autorizara la entrega de una licencia a las Comunidades Unidas de Molinos (CUM), que nuclea a unas 350 familias de 16 comunidades campesinas e indígenas de los Valles Calchaquíes salteños. El viernes pasado fue su inauguración formal en el lugar, rodeada de montañas con manchones de infinidad de colores y decenas de habitantes de los distintos poblados, que sacudían la calma profunda en la que descansa la región.
“Este tipo de actividades son actos de justicia. La radio es una posibilidad para que estos pueblos puedan tomar la palabra y amplificarla. Es un derecho que el Estado debe garantizar”, sostuvo Martín Sabbatella, titular de la Afsca, quien asistió al acto junto a autoridades locales y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), que trabaja con las comunidades. “Para democratizar la palabra hay que enfrentar la concentración mediática y generar estas herramientas con un anclaje territorial profundo”, consideró.
Rueda viaja en bicicleta 10 kilómetros todos los días desde su casa del paraje de Brealito para llegar a la radio. Según comentó, el proyecto es el resultado de un arduo trabajo de la comunidad diaguita por reivindicar sus derechos y recuperar sus costumbres, perdidas en casi seis siglos de luchas históricas contra los avances sucesivos del imperio incaico, los españoles y el propio Estado argentino.
Por el 2000, con el INTA, consiguieron instalar 8 mil metros de cañerías para tener agua potable, proveniente de las vertientes que bajan de los cerros. En un gesto de reparación histórica, en 2005, el Estado expropió los terrenos ubicados en los Valles Calchaquíes, hasta entonces en manos privadas, y los entregó a la comunidad. “Recién ahí nos empezamos a despertar y comenzamos a pensar en la radio”, remarcó Rueda. Hoy, las familias son dueñas de parcelas de una a cinco hectáreas, donde se dedican a la agricultura de maíz o pimentón y al pastoreo de vacas, cabras y ovejas para consumo personal.
La toma de conciencia por la propia identidad creó las CUM en 2006. La organización funciona como herramienta para poner en valor el trabajo de los pueblos y aceitar mecanismos para la producción y venta de los productos excedentes. Además genera emprendimientos para mejorar la situación habitacional y de salud de la zona. Rueda contó que uno de los desafíos es conseguir la propiedad comunitaria de las tierras.
“Nuestros antepasados estuvieron por mucho tiempo callados por sus patrones. Les pagaban miserias, los obligaban a trabajar en las altas montañas con el frío y la lluvia. Nuestros abuelos nos contaban estas historias. La radio sirve para que se conozcan dentro y fuera de la comunidad”, explicó Demetrio Yapura, operador de la radio Libertad y habitante de Cieneguilla, un pueblo de 13 casas y 90 personas.
Yapura detalló que la emisora tiene una programación de 8 a 11 y de 17 a 21, armada en base a la capacidad de alimentación de los paneles solares. Pasa noticias propias de las comunidades, música y programas que esencialmente transmiten y explican los valores y las costumbres diaguitas. “La comunidad diaguita venera la naturaleza. Le agradecemos lo que nos da para sostener a nuestras familias. Nosotros sabemos que nunca nos vamos a morir de hambre. Nuestras técnicas de siembra y cosechado cuidan las tierras y siguen esas costumbres de nuestros antepasados”, afirmó Rueda.
La radio cuenta, además, con un sistema de enlaces VHF, que permite que los diferentes poblados puedan enviarles mensajes. Los parajes que tienen acceso son Alumbre-Cóndor Huasi, La Sala, Buena Esperanza, La Puerta, Cabrería, Churquío, Patapampa, Cieneguilla, Refugio-Cuchiyaco, La Aguadita, La Laguna, Brealito, El Churcal, Tomuco, Gualfin y Molinos. Todo el equipamiento fue comprado gracias a 100 mil pesos que recibieron por resultar ganadores con su proyecto radial de uno de los Fondos de Fomento Concursable (Fomeca), en 2013.
“Nos cuesta decir que somos descendientes de diaguitas. Durante muchos años, la situación de nuestros antepasados, la escuela y la Iglesia nos hicieron creer que no existíamos. La radio es un arma que nos da fuerza. Todos nos dicen que nos escuchan y les gusta, nos felicitan y nos alientan a seguir. Vamos por buen camino”, agregó el locutor de la radio. Su voz ya rompía el silencio de la sencilla y hermosa Cieneguilla, mezcla de ráfagas de viento con opresión que se prolongó por demasiados años.
Informe: Gonzalo Olaberría.
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