23 de noviembre - Día Internacional de la Palabra
Esperemos que la palabra se comparta este día y los que le siguen de hoy en adelante.
Por Saúl Álvarez Lara
En las primeras líneas de Cien años de soledad hay una frase
que determina el muro insoslayable a que nos enfrenta la falta de
palabras: “… El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de
nombre y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo…” Algo
parecido sucedió en La guerra del fuego, la película de Jean Jacques
Annaud, cuando los Ulhamr descubrieron que los Kzamm tenían un arma
secreta que servía para todo. Ignoraban de qué se trataba, solo los
Kzamm sabían como conservarla. Los Ulhamr lograron robar parte del arma
pero su temor se trocó por otro: ¿Cómo conservar viva esa cosa que ellos
no sabían cómo se llamaba? Jean Paul Sartre tituló su autobiografía Las
palabras y la dividió en dos capítulos: “Leer” y “Escribir”, y entre
ellos narró su vida. Los diseñadores de caracteres tipográficos sienten
desaparecer su trabajo cuando los lectores buscan el contenido y el
significado de las palabras pero no ven el tipo de letra en que están
impresas. René Magritte, el pintor surrealista belga, puso a tambalear
el sentido de las palabras al escribir sobre el retrato de una pipa:
“Esto no es una pipa”. Raymond Devos, el cómico francés, era llamado “El
malabarista de las palabras” por su facilidad para jugar con la
pronunciación y los contrasentidos que su lengua permite. Hace años una
biblioteca en busca de lectores publicó un anuncio ilustrado con las
veintisiete letras del alfabeto. El titular decía sencillamente: “En
nuestras estanterías encontrará todas estas letras en las más
emocionantes combinaciones”. Hace poco Antonio Lobo Antunes dijo en una
entrevista: “Quisiera que las páginas de mis libros se convirtieran en
espejos”. Treinta palabras que narran una historia con final, se dicen
con buen ritmo y dicción en treinta segundos. Cerca de quinientas
palabras tiene esta nota. Quién no recuerda el famoso: “mi mamá me
mima”.Las palabras vienen con todos los poderes: comunican, reflejan,
enseñan, divierten, son fuente de agravio o de fortuna. Las palabras no
se acaban, se repiten, pero aun así tienen la facultad de renovarse y
renovar su tiempo. Se necesitan palabras para definir lo eterno y lo
inmediato, lo dulce y lo amargo. Se necesitan palabras para contar una
historia y también para no contarla; el silencio no es ausencia de
palabras, es un significado, hay silencios que llevan incluidas más
palabras que la conversación misma. He escuchado escritores hablar de su
lucha permanente para encontrar la palabra justa. También he escuchado
gentes que poco tienen que ver con la escritura buscar palabras para
narrar sus historias, sus achaques, sus días. Si la palabra no estuviera
en todo nos veríamos obligados a señalar porque desconocemos el nombre
de la cosa, o impedidos de compartir porque no sabemos dónde ni cómo. Y
si, como escribe Borges en El jardín de los senderos que se bifurcan,
una ficción lleva a otra”, las palabras llevan a otras y esas a otras y
esas otras a otras…La proclamación frente a la ONU del 23 de noviembre
como Día Internacional de la Palabra es una iniciativa de la Fundación
César Egido, española, consciente de la necesidad del diálogo como
herramienta fundamental para la erradicación de toda violencia. Ojalá
todos los días de hoy en adelante, la palabra fuera lazo único y
permanente para la convivencia.
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