Roland Garros, siempre una tentación
PARÍS.- La gente enloquece en las tribunas del
Philippe Chatrier. Baila y se mueve al ritmo de la música, en los pocos
momentos en los que el sol se filtra en los nubarrones. En una de las
cabeceras, sobre los palcos, Novak Djokovic toma el lugar de Bob
Sinclair, el más popular DJ de Francia, productor y creador, entre
otros, de Love Generation. Nole acompaña a un asistente de Sinclair, el
DJ Big Alí, con la consola, gesticula, emite sonidos por los altavoces,
mientras en la cancha es precisamente el productor discográfico el que
participa de la exhibición, raqueta en mano. Sin dudas, uno de los
mejores momentos, el más divertido y que luego se repetiría con la
bielorrusa Victoria Azarenka en los controles, del tradicional Kids Day,
la jornada benéfica que congregó cerca de 25.000 personas en Roland
Garros.
Desde temprano, desafiando el frío, se vivió clima de
fiesta, en una jornada por la que se pagan 20 euros, excepción de los
menores de seis años. Muchos de ellos podrán asistir a algún día del
Abierto francés; otros no. Por eso se interpreta el espíritu, las ganas
de obtener una foto o una firma de los mejores tenistas del mundo.
Chicos que son capaces de quedarse horas y horas en la entrada del salón
de jugadores; a veces sin saber quién es el que sale. No importa, lleva
bolso, tiene credencial. Todo vale. Puertas adentro, todo un mundo, de
estrellas y de glorias. Pasa Rory Mc Ilroy, figura del golf mundial,
pero aquí novio de Caroline Wozniacki, y juntos se topan con Djokovic;
minutos de charla, bromas, sonrisas. A pocos metros, una delgadísima
Martina Hingis, hoy con 32 años, se dispone a almorzar, mientras la
memoria selectiva nos remite a aquella final perdida con Steffi Graf de
1999 que la vio retirarse envuelta en llanto. Detrás de una puerta
emerge, casi irreconocible por el paso de los años (a pesar de tener
sólo 47), el ruso Andrei Chesnokov, aquel que derrotó por la Davis en
1985 a Batata Clerc en el Buenos Aires, en un interminable partido de
tres días de duración y que envió a la Argentina al descenso. Todos se
cruzan con todos. Algunos se saludan; otros ni siquiera se registran.
Los Grand Slam acostumbran a ese movimiento incesante entre el hoy y el
ayer, detrás de las paredes donde ya se respira tenis.
Un Roland Garros siempre tentado a ser histórico. Por
Nadal, que buscará superar su propio récord de siete títulos con una
octava corona en nueve años, además de exhibir su demoledor récord de
52-1 casi como una obscenidad deportiva; por Djokovic, ese N° 1
carismático que persigue el único Grand Slam que le falta y por el que
viene lanzado en las últimas tres temporadas, frenado sólo por el toro
español y por un Federer iluminado; por el propio Roger, Ferrer y
Berdych, nombres rutilantes del circuito, capaces de vencer a
cualquiera, pero que saben que en esta cancha tienen barreras por ahora
infranqueables. Por Tsonga, que encarna el eterno sueño francés, perdido
en el tiempo desde 1983, hace 30 años, de la mano del inolvidable Noah.
Un Roland Garros que tiene un fuerte acento femenino
también. Porque aparece como un torbellino Serena Williams, con 31 años,
que cuenta con una serie de 24 triunfos consecutivos en la temporada,
pero que curiosamente dentro de su historial de Grand Slams conquistados
(15), el abierto francés es el único que obtuvo una sola vez, y hace
mucho: en 2002. Éste parece el momento indicado para revivir aquella
gloria, aunque en su ruta tendrá a la última campeona, Maria Sharapova,
nada menos. Favoritas a las que se asocia Azarenka, envalentonada tras
su doble conquista en el Australian Open (2012-13). El resto aparece
rezagado, a pesar de que hay ex campeonas en París como la china Li Na
(2011), la rusa Svetlana Kuznetsova (2009) y la italiana Francesa
Schiavone (2010).
Para los argentinos, una extraña sensación. El shock de
optimismo reciente que inyecta Pico Mónaco con su festejo en Düsseldorf
contrasta con algunas realidades, la más fuerte provocada por la
ausencia de Del Potro, al que muchos imaginaban en esta época apostando
por repetir o mejorar su cuartos de final de 2012, pero más que nada,
perfilado para achicar la brecha con los top 5. Ello no ocurrirá por el
momento. También fuerte desde lo nostálgico será la no presencia de
Nalbandian, rehabilitándose de operaciones; no fue su Slam predilecto,
aunque una despedida en la cancha, de haber obtenido un wild-card,
habría estado acorde con su trayectoria.
Serán entonces ocho los representantes, siete varones
(Mónaco, Zeballos, Mayer, Berlocq, Allund, Pella y Delbonis) y una
mujer (Ormaechea), liderados por Pico, que buscarán hacerse camino en un
torneo con mucha historia para el tenis argentino; con campeones en
mayores (Vilas y Gaudio en singles, los más destacados) y con
consagrados en juniors (Sabatini, Coria, Pérez Roldán, Zabaleta, entre
otros).
Con miles de situaciones, victorias y tristezas, que
dejaron sus marcas en el polvo, casi sin necesidad de verificar el
pique: las recordamos bien. Un certamen que siempre fue el preferido de
los Slams, desde mucho antes de que aflorara la Legión, y que hoy se
asemeja más a esa joya que regala pequeños brillos que quedarán como
recuerdos en el alma.
http://canchallena.lanacion.com.ar
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