miércoles, 1 de mayo de 2013

Nada mejor que leer

Las escuelas recorren la Feria del Libro

Por Alfredo Dillon
Un programa educativo invita a los colegios públicos de la Ciudad a acercarse a los libros en la exposición que ya abrió sus puertas en La Rural.
 
Los chicos de la Escuela Onésimo Leguizamón, de Recoleta, participaron de un taller de arte en la Feria. (Lucía Merle)
Más de 2.000 chicos de 15 escuelas primarias públicas de la ciudad de Buenos Aires visitarán la nueva edición de la Feria del Libro gracias al programa Palermo Lee, una propuesta educativa que les cubre los gastos de traslado desde el colegio hasta el predio e incluye también la entrada gratuita a la Feria.
“Queremos acercar a los chicos a los libros, estimularlos para que se motiven con la lectura. En el recorrido por la feria, ellos se sorprenden con lo que van encontrando en los stands. Y los docentes también se enganchan”, cuenta Anahí Kullock, del ministerio de Educación de la Ciudad, que organiza la iniciativa junto con La Rural. Desde el ministerio se encargan de seleccionar a las escuelas que participan, que en su mayoría pertenecen a contextos vulnerables. “La idea es traer a chicos que no podrían venir por sus propios medios”, explica Juan Pablo Maglier, director de Relaciones Institucionales de La Rural.
Los docentes pueden elegir entre asistir con sus alumnos a las actividades educativas de la Feria (hay talleres de dibujo, arte, cuentacuentos, música, etcétera), o simplemente recorrer los pabellones en busca de libros que llamen la atención de los más pequeños. “En general, cuando uno les lee en casa y en la escuela, a los chicos les gusta leer. No ven los libros como una obligación, sino que los buscan con curiosidad”, explica Inés, bibliotecaria de la Escuela Onésimo Leguizamón, de Recoleta, uno de los colegios que participaron del programa. A su lado, Sofía, de 8 años, ratifica las palabras de su maestra: “A mí me encanta leer, pero lo que más me gusta es que mi mamá me lea cuentos a la noche. El más lindo es Cenicienta”, asegura. Sus compañeros, mientras tanto, se dispersan por los pasillos del pabellón amarillo, ansiosos por encontrar en las páginas de algún libro una invitación a perderse en los laberintos de la imaginación.


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