En el feriado, estuvieron llenos los pasillos y también las salas. Hasta se usó el lugar para ver perder al Barcelona.
Por Julieta Roffo
Finalmente llegó el día: ayer, parafraseando alguna célebre
placa roja, estalló la Feria. Después de un primer fin de semana de
concurrencia muy serena, ayer la Feria del Libro calentó motores e
inundó sus pasillos de público, desde que abrió hasta que la locutora
invitó a los visitantes a repetir el plan hasta el 13 de mayo.
Motivos para recorrerla hubo: el más obvio, era feriado. Pero además, el clima, que devino en alerta meteorológico, invitaba a caminar por un espacio techado, sin riesgos de lluvia inminente. Muchos, además, habrán tenido el salario disponible. Y la oferta de la programación también resultó tentadora: estuvieron el escritor ruso Vladimir Sorokin, la mexicana Laura Esquivel, el estadounidense John Katzenbach, y los argentinos Marcos Aguinis y Pablo Sirvén, entre otros; y sobre el final, la familia Maradona dio el presente cuando Dalma presentó su libro Hija de D10S.
¿Cómo darse cuenta de que la Feria estaba viviendo su jornada más intensa?
Pasillos repletos. Una multitud se volcó a la Feria. Tantos, que atravesarla llevaba mucho tiempo y todas las mesas tuvieron público./FOTOS GUILLERMO ADAMI
Primera señal: el bullicio se impone a la música que suena en La Rural. Segunda: hay cola para todo. Para el baño, para los puestos de informes, donde Juego de tronos es uno de los títulos más consultados, para comprar hamburguesas, para conseguir mesa en los puestos de comida.
Y en las cajas, por fin, también hay fila. Por allí va la escritora Silvia Hopenhayn, alegrándose porque Un día cualquiera, el nuevo libro de Hebe Uhart, ya está en las librerías. Por allá está Ciruelo, el dibujante con stand propio que firma ejemplares y al que se le escapa algún garabato. Liniers y Quino convocan multitudes en el stand de Ediciones De la Flor: el autor de Macanudo firmó y dibujó por más de tres horas, y el de Mafalda, por dos. Y junto a otros humoristas gráficos como Julieta Arroquy, Gustavo Sala y el chileno Alberto Montt, entre varios, dialogaron sobre sus trabajos. Para sacarles fotos hubo cola detrás de la cola de quienes esperaron su autógrafo, algunos llorando de alegría.
Aportaron lo suyo los chicos disfrazados de personajes para el “Cosplay” y Gabriel Rolón fue un éxito en el espacio de la Revista Ñ. Allí unas 200 personas lo escucharon asegurar que “la mala praxis psicológica puede ser un gran drama narrativo. Un rato antes, algunos se habían servido de un televisor cercano para asistir a la caída del Barcelona ante el Bayern Munich en tierras catalanas.
Pero detrás de las hamburguesas y del partido, se impusieron las bolsas con libros y el debate sobre la literatura, del que Sorokin fue una de las estrellas ayer: “Yo tengo un principio: le doy a mis personajes una libertad absoluta. No los molesto”, dijo en su charla.
Un dato más de la jornada convocante: hubo cola también para entregar libros en el espacio de Red Solidaria. Allí donde ya llevan juntados 5 mil libros que serán donados a escuelas de La Plata y a una biblioteca de Saavedra. La Feria está encendida, y todavía falta.
Motivos para recorrerla hubo: el más obvio, era feriado. Pero además, el clima, que devino en alerta meteorológico, invitaba a caminar por un espacio techado, sin riesgos de lluvia inminente. Muchos, además, habrán tenido el salario disponible. Y la oferta de la programación también resultó tentadora: estuvieron el escritor ruso Vladimir Sorokin, la mexicana Laura Esquivel, el estadounidense John Katzenbach, y los argentinos Marcos Aguinis y Pablo Sirvén, entre otros; y sobre el final, la familia Maradona dio el presente cuando Dalma presentó su libro Hija de D10S.
¿Cómo darse cuenta de que la Feria estaba viviendo su jornada más intensa?
Pasillos repletos. Una multitud se volcó a la Feria. Tantos, que atravesarla llevaba mucho tiempo y todas las mesas tuvieron público./FOTOS GUILLERMO ADAMI
Primera señal: el bullicio se impone a la música que suena en La Rural. Segunda: hay cola para todo. Para el baño, para los puestos de informes, donde Juego de tronos es uno de los títulos más consultados, para comprar hamburguesas, para conseguir mesa en los puestos de comida.
Y en las cajas, por fin, también hay fila. Por allí va la escritora Silvia Hopenhayn, alegrándose porque Un día cualquiera, el nuevo libro de Hebe Uhart, ya está en las librerías. Por allá está Ciruelo, el dibujante con stand propio que firma ejemplares y al que se le escapa algún garabato. Liniers y Quino convocan multitudes en el stand de Ediciones De la Flor: el autor de Macanudo firmó y dibujó por más de tres horas, y el de Mafalda, por dos. Y junto a otros humoristas gráficos como Julieta Arroquy, Gustavo Sala y el chileno Alberto Montt, entre varios, dialogaron sobre sus trabajos. Para sacarles fotos hubo cola detrás de la cola de quienes esperaron su autógrafo, algunos llorando de alegría.
Aportaron lo suyo los chicos disfrazados de personajes para el “Cosplay” y Gabriel Rolón fue un éxito en el espacio de la Revista Ñ. Allí unas 200 personas lo escucharon asegurar que “la mala praxis psicológica puede ser un gran drama narrativo. Un rato antes, algunos se habían servido de un televisor cercano para asistir a la caída del Barcelona ante el Bayern Munich en tierras catalanas.
Pero detrás de las hamburguesas y del partido, se impusieron las bolsas con libros y el debate sobre la literatura, del que Sorokin fue una de las estrellas ayer: “Yo tengo un principio: le doy a mis personajes una libertad absoluta. No los molesto”, dijo en su charla.
Un dato más de la jornada convocante: hubo cola también para entregar libros en el espacio de Red Solidaria. Allí donde ya llevan juntados 5 mil libros que serán donados a escuelas de La Plata y a una biblioteca de Saavedra. La Feria está encendida, y todavía falta.
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