Un pirata de acá y de allá
Por Juan Pablo RussoAño tras año la animación latinoamericana se supera a sí misma dando una serie productos capaces de conquistar a los mercados internacionales. A pesar de las diferencias económicas con los films de los grandes estudios de Hollywood, estos pueden llegar a competir con dignidad y cautivar a cierto público adicto al género de la animación. Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe (2012) es uno de esos casos.
Alexander Selkirk resultó ser un pirata inglés que vivió allá por el año 1.700 y que sirvió para que Daniel Defoe se inspirara a la hora de escribir (la novela) Robinson Crusoe. En busca de tesoros, Selkirk parte en barco rumbo al Pacífico. Al llegar a una isla, y tras una serie de diferencias con el capitán, es abandonado a su propia suerte. Milagrosamente, Selkirk logra vivir en soledad más de cuatro años hasta ser rescatado por otro barco. Pero todo ese tiempo que pasó en compañía de un loro, un gato y algunas cabras no fue en vano. Sirvió para transformar su interior y encontrar un ser diferente dentro de él. Un ser contrapuesto al pirata ambicioso que se veía por fuera.
Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe es una coproducción entre Argentina, Uruguay y Chile que bajo la técnica de "Stop Motion" dirigió el animador Walter Tournier. Junto a un equipo de animadores y con escasos recursos (...), se las ingeniaron para lograr un film correcto en todos los sentidos. Una historia simple, con una narración fluida y entretenida para los más pequeños combinada con algunos guiños para los mayores, hacen que la película funcione en el público y cumpla con su premisa: hacer que todos pasen un grato momento
El "Stop Motion" es más que aceptable y todo lo que se puede decir no son más que elogios. Compararla con productos de altos presupuestos y cientos de profesionales sería caer en un lugar facilista y bastante común. Teniendo en cuenta las formas de producción latinoamericana, Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe está mucho más allá de lo digno y podríamos decir que se supera a sí misma y a lo que uno puede llegar a esperar. Si no fuera porque de antemano se sabe su origen sería muy difícil afirmar fehacientemente que es un producto local.
Que Juan Pablo Zaramella haya estado entre los diez animadores preseleccionados para el Oscar no es parte del azar sino del trabajo y del profesionalismo. Que Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe cumpla con los estándares de calidad que se le pide a un producto de estas características, también es parte eso. Sin duda habrá cosas que mejorar, detalles que corregir y alguna que otra crítica que realizar, pero las ganas de hacer buen cine están. Selkirk, el verdadero Robinson Crusoe confirma que muchas veces son más importantes las ideas que el dinero. Una apuesta a un género que vale la pena ver y apoyar, por el esfuerzo y el resultado final.
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