sábado, 27 de febrero de 2016

Nuevos animales salvajes

Super Rugby: el sabor especial de comenzar el ciclo con una victoria

BLOEMFONTEIN, Sudáfrica.- Un partido de rugby de alto nivel profesional es como una caja llena de nudos; cuando se desata uno (vale por encontrar un espacio), aparece otro. Los Jaguares tardaron media hora en poder desatar al menos uno y, peor aún, en ese lapso se hicieron un nudo ellos mismos. Pero, al fin, se llevaron una victoria que tiene el valioso sabor de ser la primera, nada menos que en el debut, en el Super Rugby , el torneo de mayor intensidad, electricidad y goleo en el mundo de este deporte. El 34-33 a Cheetahs, en la agradable noche de Bloemfontein, no miente. La franquicia argentina ganó con lo justo, sin sobrarle nada ante un rival que no está cerca de los mejores del torneo del Hemisferio Sur.
Tan cambiante fue el encuentro como lo es la mayoría en el Super Rugby. Hay una adrenalina en el jugar la pelota todo el tiempo que, por momentos, parece otro deporte. A los Jaguares los sorprendió ese ritmo alocado simplemente porque no lo conocían, pero, sobre todo, porque quedaron enredados en los nervios lógicos de un debut de esta naturaleza, al que venían esperando desde comienzos de año. De alguna manera, y salvando las distancias de todo tipo, se asemejó a aquel arranque que tuvieron los Pumas contra los All Blacks, en Wembley, por la primera fecha de la Copa del Mundo. En 20 minutos los pronósticos eran de los peores. "En un momento, cuando estaba afuera por la amarilla, pensé en Soweto", reconoció anoche Nicolás Sánchez, en referencia a aquel 73-13 sufrido por el seleccionado en 2013 ante los Springboks.
El apertura, que aportó las cuatro conversiones y el drop que terminó siendo decisivo, fue más crudo con respecto a ese comienzo: "Con otro rival quizá nos comíamos 80". ¿Qué pasó en los primeros minutos de los Jaguares en el Super Rugby? Una seguidilla de errores de todo tipo -defensivos, de manejo, indisciplina- le permitió a Cheetahs desatar un nudo tras otro con una asombrosa facilidad.Con el resultado 7-3 abajo (los sudafricanos ya habían vulnerado el ingoal tras una intercepción a Sánchez en pleno ataque), los Jaguares parecía que se acomodaban al partido, pero otra intercepción, esta vez a Landajo, terminó generando el descontrol absoluto. De esa pelota, que Cordero salvó sobre el ingoal, Sánchez mató el juego y el árbitro Stuart Berry le mostró la tarjeta amarilla. Penal, line y cuando un sudafricano va a apoyar, Landajo le pone el pié, y, sin que eso fuese el causal, la pelota se va hacia delante. Tras varias consultas al TMO, Berry sancionó try penal y amonestó al medio scrum.Con dos jugadores menos, ambos sus conductores, con el resto en medio de la confusión y la conmoción, los Jaguares empezaron a dejar huecos que Cheetahs aprovechó. Dos tries más y a los 24 minutos, los argentinos perdían 24-3 y 4 tries a 0. La mala puntería de Zellinga, que falló las dos conversiones y un penal en ese lapso de 10 minutos, terminaron salvando a los argentinos, que pese a todo, estaban en partido con el resultado. También hubo otra ayuda de Berry, quien le perdonó una amarilla a Lavanini: 15 contra 12 hubiese sido decisivo.
Cuando volvieron a entrar Sánchez y Landajo, el impulso fue otro. Comandados por Creevy, los Jaguares empezaron a desatar nudos. Landajo -el primer try de la franquicia argentina en la historia del Super Rugby-, tras una brillante habilitación del capitán, y luego el mismo Creevy tras un maul, acortaron la distancia. De 24-3 a 24-17. Había pasado el temblor.

En el segundo tiempo, los Jaguares lograron mantener en cero el ingoal y anotaron dos muy lindos tries. El de Báez, tras un precioso kick de Sánchez, y el segundo de Landajo, después de una monumental apilada del tucumano Matías Orlando, quien ingresó desde el banco en frecuencia Super Rugby.
"No fue el partido soñado, pero es muy importante haber ganado", fue la síntesis perfecta de Creevy. Los Jaguares no jugaron bien. Falló la obtención (muchos problemas en el scrum y un line sin peso), hubo errores en la marca y en el control y, especialmente, un desorden improductivo. No será sencillo adaptarse a lo que es el Super Rugby, donde las estructuras de juego casi no existen, porque es una pelota tras otra, sin parar, donde a veces no hay tackles de tanto movimiento y velocidad. Es como si existiese una regla no escrita de no fijar el juego. Algo así como prohibido hacerlo lento.
Pero así y todo, con esos errores, los Jaguares sacaron a relucir lo que lleva adentro el rugbier argentino: la pasión por jugar y la entrega absoluta por la camiseta, aunque se la hayan puesto por primera vez como sucedió anoche. Este equipo tiene un largo camino por delante. En Bloemfontein fue apenas el primer paso, y por eso la victoria tiene un sabor tan especial como todas las primeras veces.
Sharks, en su casa de Durban, será el sábado un rival de los poderosos. Los Jaguares ya han tomado nota de qué se trata el Super Rugby. Ahora van a empezar a desandarlo, a encontrar las maneras de desatar los nudos. Es un lindo desafío para seguir haciendo historia.

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