Mente y máquina: un cruce que ya se ensaya en la Argentina
Daniel Villanueva se sienta en la silla de ruedas, se
coloca en la cabeza un dispositivo con 16 electrodos y mira fijamente
una pantalla en cuyo centro se ve un cubo que parece alejarse suavemente
dentro de un túnel oscuro. De repente, sin que toque un interruptor o
haga movimiento alguno, la silla comienza a desplazarse hacia adelante.
¿Magia?
Nada de eso: ciencia y tecnología de punta para que personas con graves
trastornos neurológicos puedan lograr cierta autonomía. Bajo la
dirección de los doctores Lisandro Olmos, director médico del Centro de
Rehabilitación de Fleni, y Silvia Intruvini, directora médica del Centro
Educativo Terapéutico para Niños y Adolescentes de la misma entidad, y
con la colaboración de un equipo multidisciplinario que incluye a
fonoaudiólogos, terapistas ocupacionales y neuropsicólogos, Villanueva,
que es bioingeniero, está poniendo a punto un sistema de "interface
mente-máquina" (brain computer interface, o BCI, por sus siglas
en inglés) que les permite a los pacientes mover objetos, escribir,
hablar, encender y apagar las luces de la casa, mover las cortinas y
hasta llamar por teléfono... con el pensamiento.
"El objetivo de
estos sistemas es brindar un soporte tecnológico que les permita ser más
independientes -explica Olmos-. Pueden combinarse con dispositivos de
«tecnología aumentativa», para que personas que mantienen sus
capacidades cognitivas intactas, pero no pueden hablar o mover sus
extremidades, sean capaces de comunicarse con el exterior."
Y
enseguida ofrece un ejemplo: "Uno de nuestros pacientes fue una joven de
20 años con síndrome de enclaustramiento, sólo podía mover los ojos.
Estaba en un trámite de divorcio de su marido y había que definir la
tenencia de los hijos. Entonces, el juez nos pidió que evaluáramos si
podía tomar decisiones respecto de quiénes deberían hacerse cargo.
Hicimos un cuestionario con 100 preguntas autobiográficas que pudo
contestar mediante un dispositivo que seguía su mirada".
Las
tecnologías BCI son posibles por la naturaleza eléctrica del cerebro, el
registro de esa actividad mediante el electroencefalograma y la
traducción de los patrones de activación para que puedan, mediante una
computadora, conducir sistemas mecánicos o robóticos.
"Cuando
pensamos en tomar un vaso, por ejemplo, ya antes de ejecutar esa acción
hay áreas de la corteza motora del cerebro que se activan -explica
Olmos-. Un casco con sensores permite decodificar la señal que envía el
cerebro para producir el movimiento, es como un electroencefalograma
continuo. Esos patrones se comunican por Bluetooth con la computadora,
que a su vez se comunica con la silla de ruedas. Requiere cierto
entrenamiento y funciona mejor en personas que pueden concentrarse en
una única acción. Está pensado para pacientes cognitivamente íntegros,
pero que no pueden utilizar ni siquiera la boca para manejar una silla
motorizada."
La investigación de estas tecnologías se multiplicó
en la última década y se hizo más conocida con la demostración (un tanto
frustrada) del exoesqueleto desarrollado por Miguel Nicolelis en la
apertura del Mundial.
En el Laboratorio de Tecnología Asistida de
Fleni se estudia, además, toda una paleta de posibilidades que van desde
el uso de teclados especiales hasta la implementación de software
preparado para ser utilizado en tabletas y teléfonos inteligentes.
"Nosotros
seleccionamos la alternativa de acceso que va a utilizar el paciente
para dirigir el dispositivo o la computadora -dice la terapista
ocupacional Ivana Triay-. Contamos con sistemas de control ocular, otros
que se manejan con una gorra provista de sensores que toman el
movimiento de la cabeza del paciente, teclados ampliados para personas
con déficits visuales, programas que «hablan por el paciente» y otros
que reconocen su voz y pueden ejecutar órdenes verbales, por ejemplo,
para escribir en la computadora. Realizamos el entrenamiento y les
ofrecemos información y asesoramiento sobre los proveedores donde pueden
adquirirlos para utilizarlos en su casa."
Según cuenta la
fonoaudióloga Valeria Prodan, el objetivo último de esta clínica es
aumentar, maximizar o mantener las capacidades funcionales de personas
con discapacidad grave.
Dentro de las patologías que tratan están
el traumatismo de cráneo, las secuelas de ataque cerebrovascular, la
afasia, las lesiones medulares altas, las enfermedades
neurodegenerativas (como esclerosis lateral amiotrófica o mal de
Parkinson). También, parálisis cerebral, secuelas de meningitis o
encefalitis.
"No todos los pacientes que tienen trastornos del
movimiento padecen una alteración intelectual -subraya la doctora
Intruvini- y, si se puede abordar el cuadro adecuadamente, se pueden
evitar o prevenir desmejoras." Y agrega Olmos: "Son tecnologías
particularmente importantes para personas que están muy limitadas en su
expresión verbal, pero cuya comprensión está mayormente conservada".
Los especialistas ya evalúan adquirir un exoesqueleto comandado por la mente para ensayar sus posibilidades en el país.
http://www.lanacion.com.ar
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