Pilar Geijo, la nadadora que ganó pensando en Mascherano
Aguas Abiertas
Luego de su
triunfo en los 32 kilómetros del Maratón Acuático en el Lago St. Jean en
Canadá, la deportista escribió una columna llamada “Excusas del
ganador”, donde cuenta con lujo de detalles una vivencia irremplazable.
Pilar Geijo, en una producción para Clarín. (Archivo)
Me da gracia pensar que la cantidad de cosas que me pasaron durante
la carrera podrían ser vistas como excusas si no hubiera ganado la
competencia, por eso decidí llamar a mi relato “Excusas del Ganador”.
Los ganadores parecen no tener excusas para ganar, pero esta vez yo sí
las tuve.
Ganar no es fácil. Por eso es importante tener
bien en claro por qué hacemos lo que hacemos para poder seguir adelante a
pesar de todo en los momentos difíciles. A veces surgen ciertos
contratiempos y otras veces muchos. Yo esta vez tuve bastantes en
comparación a los que suelo tener.
Las primeras tres horas
de carrera no conseguí sentirme del todo cómoda nadando. Desde la
última vez que había competido en México, hace ya 3 meses, sólo he
estado entrenando mucho y a veces se pierden un poco las sensaciones de
competencia. Así que sumado a esto y a la gran cantidad de olas que hubo
y lluvia fuerte yo no conseguía soltarme de todo. Pero siempre estaba
creyendo que pronto lo haría, que en la próxima brazada me acomodaría.
Aunque no estaba siendo así.
Los que compiten distancias
largas saben lo importante que es poder hacer pis durante la
competencia. No he tenido desde ya hace varios años grandes
complicaciones con esto. Pero esta vez, las olas y el frío no me
permitían hacer pis. Pasaron dos horas y el dolor era mucho, me daba
cuenta de que así no podía seguir, que necesitaba parar, vaciarme y
empezar de nuevo. Necesitaba tomarme el tiempo para que esto pudiera
ocurrir y yo sabía que luego todo volvería a la normalidad. Así que me
arriesgué. Me detuve aproximadamente durante 45 segundos y pude orinar.
Pero al mismo tiempo todo el grupo se me fue, todo el pelotón se
encontraba unos 60 metros adelante mío. Y yo hice todo el trabajo sola,
para luego, a los 15 minutos alcanzar al grupo. Supe que mi decisión
había sido buena. A partir de allí no tuve más inconvenientes para
orinar.
La carrera siguió. Más olas, más lluvias y de
pronto en el medio de los movimientos del pelotón recibí un fuerte
codazo en la nariz de otro nadador, sin intención pero que puede ocurrir
por nadar tan pegados. El golpe fue durísimo. Pensé que se me había
roto algo. Me sangraba. Paré. Me agarraba la nariz. Lloré. Me puse muy
mal. Me había asustado. El grupo se me iba y yo intentaba salir de mi
crisis. Diego me dijo que estaba bien, y desde el bote me escribió un
cartel que decía: “Mascherano”. No soy fanática del fútbol, pero me inspiran las actitudes personales. Todavía recuerdo cuando Masche
después de recibir un cabezazo se levantó medio mareado diciendo que
estaba bien para seguir jugando aunque los ojitos le seguían dando
vuelta. Yo admiré su actitud en ese momento. Y ayer leer ese cartel fue
como un shock emocional. Fue como resetearme y empezar de nuevo. Agaché
la cabeza y le di con todo. Así volvía a alcanzar al grupo más tarde.
¡Gracias Masche!
Más tarde me enteraría de que
una vez en el bote no nos dejarían usar nuestros vasos de 500 ml porque
eran de plástico, y debíamos usar los que ellos nos daban que eran de
300 ml y que eran biodegradables, lo cual me parece una gran iniciativa
ecológica. Esto significó para mí tener que modificar mi hidratación.
Suelo ser bastante inflexible con este asunto porque respetar el plan de
hidratación es muy importante en este tipo de carreras. Pero no me
quedó más remedio que aceptar esta situación, adaptarme y seguir
adelante. Y así lo hicimos.
Valió la pena esperar y
superar tantos obstáculos sólo para disfrutar las últimas tres horas de
carrera. Fueron increíbles. Era como si flotara en el agua sin ningún
esfuerzo. Conseguí alcanzar una velocidad muy fuerte y constante.
Mantuve la motivación en alto durante todo ese tiempo, y sentí como si
la carrera recién empezara para mí.
Durante las últimas
horas, nuestra familia canadiense que nos aloja nos acompañó desde su
bote. No llegaban a estar del todo cerca. Pero llevaban una bandera gigante de Argentina atada a un palo que no paraban de agitar de un lado a otro.
Verla desde el agua, a lo lejos, era emocionante. Se me ponía la piel
de gallina. En medio de la lluvia, de las olas, ahí estaban ellos... de
pie... agitando la bandera que me hacía recordar a mi familia, mis
amigos, mis orígenes, mi preparación, mi pileta, mi casa, mi club. Merci Familie Tremblay.
Fue
durante este último tramo de 3 horas que conseguí hacer una gran
diferencia respecto de las otras chicas, aunque no fue fácil.
Felicitaciones a ellas por el gran esfuerzo que han hecho, como a todos
aquellos que terminaron la carrera o que al menos intentaron hacerlo.
Las condiciones fueron muy adversas, así que creo que todos somos
ganadores.
Como todo en la vida, el tiempo pasa rápido, y
está carrera ya se ha ido. Gané por tercera vez en estas aguas, y ahora
lidero el Circuito Mundial. El sábado que viene compito en la siguiente
fecha en Canadá en Magog, 34 km. Veremos que tal va todo allí.
Lo
único que se me ocurre transmitirles es que no se dejen llevar por un
mal comienzo. Confíen en sus fortalezas. Dense la oportunidad de creer
que las cosas pueden cambiar, y mantengan la motivación siempre en alto.
Les aseguro que al final vale la pena.
Al final los que ganamos también tenemos excusas...
¡¡Saludos a todos!! ¡¡Gracias por el soporte y cariños!!
Por Pilar Geijo
http://www.clarin.com
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