Café con los Nobel: un regalo para jóvenes científicos
Por Nora Bär
LINDAU, Alemania.- Durante una semana, cientos de jóvenes con vestimentas de todos los colores, que no conversaban sobre el Mundial sino
sobre receptores moleculares, genes o microscopía 2.0, invadieron las
calles, los bares y la Inselhalle (el salón de conferencias) de esta
isla en miniatura ubicada sobre el lago Constanza, en la confluencia de
Austria, Alemania y Suiza.
Café con los Nobel: un regalo para jóvenes científicos. Foto: Archivo
Acaba de finalizar una nueva edición de los Encuentros con los Nobel,
que desde hace 64 años organiza esta ciudad idílica y que esta vez
reunió a un récord de 37 estrellas de la ciencia con 610 investigadores
jóvenes de 80 países. Entre los que enviaron más representantes están
Alemania (135), Estados Unidos (67), China (44) y la India (34).
Por
primera vez, las mujeres fueron más. Dos de ellas son argentinas: María
Molina y Luciana Pujol, que están haciendo sus posdoctorados en
Alemania gracias a una beca Humboldt y que fueron seleccionadas entre
miles de aspirantes.
La cercanía entre científicos consagrados y
principiantes -en conferencias todas las mañanas, paneles de discusión y
charlas informales por la tarde- fue un privilegio inusual.
Como
es tradición, la bienvenida corrió por cuenta de la condesa Bettina
Bernardotte de Wisburg. Su padre, Lennart, miembro de la familia real
sueca, fue el creador de estos encuentros, hace más de medio siglo, como
una manera de superar el aislamiento que sufrían los médicos alemanes
de Bavaria después de la guerra. La sorpresa de la ceremonia fue el
saludo del astronauta Alexander Gerst (que nació en esta región del sur
de Alemania y además es geofísico) desde el módulo Columbus de la
Estación Espacial Internacional, a 400 km de altura. Hans Rosling,
fundador de la Fundación Gapminder (cuyo video en las conferencias TED
tiene millones de descargas), cerró la ceremonia con una charla sobre el
futuro de la población y las distorsiones estadísticas.
En sus
conferencias, los premios Nobel explicaron los fundamentos de sus
descubrimientos, presentaron trabajos actuales y plantearon hipótesis
para el futuro. Pero tal vez lo más importante sea que, de acuerdo con
el lema del encuentro (Educar, Inspirar, Conectar), compartieron con los
más jóvenes sus experiencias de toda una vida en la ciencia.
Peter
Agre, descubridor de las acuaporinas (canales que mueven moléculas de
agua en la membrana celular), terminó una de sus charlas cantando la
tabla periódica. El genetista Martin Chalfie, que ganó su premio (junto
con Roger Tsien) por el hallazgo de la proteína verde fluorescente que
permite "marcar" tejidos, confesó que su método para superar la
frustración tan frecuente en la ciencia es trabajar en varios proyectos
al mismo tiempo. John Walker, que lo obtuvo por la síntesis de la ATP
(una molécula que utilizan todos los seres vivos como moneda de
intercambio de energía), les recomendó a los jóvenes elegir un excelente
mentor. Y Oliver Smithies, que si están trabajando en algo de lo que no
disfrutan, cambien de tema.
Las charlas describieron un panorama
de lo que investiga la ciencia biomédica actual. Françoise
Barré-Sinoussi, que compartió el Nobel con Luc Montagnier por su
identificación del VIH como causa del sida, se refirió a los grandes
desafíos que plantea la cura de esta enfermedad, una meta que es
necesario alcanzar si se tiene en cuenta que por cada tres personas que
inician el tratamiento antirretroviral hay cinco nuevas infecciones.
"Tenemos que entender por qué la infección persiste en los reservorios
del organismo", dijo Barré-Sinoussi, que publicó un trabajo en Nature
Review Inmunology en el que delinea siete estrategias prioritarias. La
científica instó al trabajo colaborativo: "Fuimos y seremos más fuertes
si trabajamos juntos, como en los primeros años".
Su colega Harald
Zur Hausen, que descubrió el vínculo entre el virus del papiloma humano
y el cáncer de cuello uterino, y así abrió el camino para el desarrollo
de una vacuna, dijo que hasta el 20% de los cánceres o más podrían
estar asociados con infecciones, y que podrían ser prevenidos por
inmunización.
El físico y ex secretario de Energía de los Estados
Unidos Stephen Chu, que recibió el Nobel por el enfriamiento y la
manipulación de átomos usando láseres, anticipó una revolución en las
técnicas de microscopía que permitirá ver células vivas con claridad sin
precedente.
Tsien, que concurrió a dar su conferencia aunque está
convaleciente de un accidente cerebrovascular, presentó los trabajos de
su laboratorio que permitieron desarrollar toda una gama de moléculas
fluorescentes de distintas tonalidades para el diagnóstico y el
tratamiento del cáncer, y para la identificación de nervios periféricos,
que les permiten a los cirujanos saber dónde no cortar. Descendiente de
una familia de ingenieros y genio precoz, Tsien también está ensayando
hipótesis propias sobre cómo se forman los recuerdos de largo plazo.
La
última sesión condensó el sentido de estos encuentros: "Ciencia para el
beneficio de la humanidad". Se debatió sobre temas candentes. ¿Está
obsoleto el modelo del superexperto? ¿Cuál es el tema de investigación
al que habría que dedicarle más financiamiento? ¿Deberían más
científicos intervenir en política? Más allá de las diferencias, la
conclusión fue unánime: "Ofrezcan su conocimiento y contribuyan al
debate público", aconsejaron los panelistas. Y finalizaron invitando a
un gran aplauso. No a los premios Nobel de hoy, sino a las nuevas
generaciones de investigadores, que están construyendo el futuro.
http://www.lanacion.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario