lunes, 7 de julio de 2014

Becarias argentinas

Café con los Nobel: un regalo para jóvenes científicos

Por Nora Bär

LINDAU, Alemania.- Durante una semana, cientos de jóvenes con vestimentas de todos los colores, que no conversaban sobre el Mundial sino sobre receptores moleculares, genes o microscopía 2.0, invadieron las calles, los bares y la Inselhalle (el salón de conferencias) de esta isla en miniatura ubicada sobre el lago Constanza, en la confluencia de Austria, Alemania y Suiza.


Café con los Nobel: un regalo para jóvenes científicos. Foto: Archivo 

Acaba de finalizar una nueva edición de los Encuentros con los Nobel, que desde hace 64 años organiza esta ciudad idílica y que esta vez reunió a un récord de 37 estrellas de la ciencia con 610 investigadores jóvenes de 80 países. Entre los que enviaron más representantes están Alemania (135), Estados Unidos (67), China (44) y la India (34).
Por primera vez, las mujeres fueron más. Dos de ellas son argentinas: María Molina y Luciana Pujol, que están haciendo sus posdoctorados en Alemania gracias a una beca Humboldt y que fueron seleccionadas entre miles de aspirantes.
La cercanía entre científicos consagrados y principiantes -en conferencias todas las mañanas, paneles de discusión y charlas informales por la tarde- fue un privilegio inusual.
Como es tradición, la bienvenida corrió por cuenta de la condesa Bettina Bernardotte de Wisburg. Su padre, Lennart, miembro de la familia real sueca, fue el creador de estos encuentros, hace más de medio siglo, como una manera de superar el aislamiento que sufrían los médicos alemanes de Bavaria después de la guerra. La sorpresa de la ceremonia fue el saludo del astronauta Alexander Gerst (que nació en esta región del sur de Alemania y además es geofísico) desde el módulo Columbus de la Estación Espacial Internacional, a 400 km de altura. Hans Rosling, fundador de la Fundación Gapminder (cuyo video en las conferencias TED tiene millones de descargas), cerró la ceremonia con una charla sobre el futuro de la población y las distorsiones estadísticas.
En sus conferencias, los premios Nobel explicaron los fundamentos de sus descubrimientos, presentaron trabajos actuales y plantearon hipótesis para el futuro. Pero tal vez lo más importante sea que, de acuerdo con el lema del encuentro (Educar, Inspirar, Conectar), compartieron con los más jóvenes sus experiencias de toda una vida en la ciencia.
Peter Agre, descubridor de las acuaporinas (canales que mueven moléculas de agua en la membrana celular), terminó una de sus charlas cantando la tabla periódica. El genetista Martin Chalfie, que ganó su premio (junto con Roger Tsien) por el hallazgo de la proteína verde fluorescente que permite "marcar" tejidos, confesó que su método para superar la frustración tan frecuente en la ciencia es trabajar en varios proyectos al mismo tiempo. John Walker, que lo obtuvo por la síntesis de la ATP (una molécula que utilizan todos los seres vivos como moneda de intercambio de energía), les recomendó a los jóvenes elegir un excelente mentor. Y Oliver Smithies, que si están trabajando en algo de lo que no disfrutan, cambien de tema.
Las charlas describieron un panorama de lo que investiga la ciencia biomédica actual. Françoise Barré-Sinoussi, que compartió el Nobel con Luc Montagnier por su identificación del VIH como causa del sida, se refirió a los grandes desafíos que plantea la cura de esta enfermedad, una meta que es necesario alcanzar si se tiene en cuenta que por cada tres personas que inician el tratamiento antirretroviral hay cinco nuevas infecciones. "Tenemos que entender por qué la infección persiste en los reservorios del organismo", dijo Barré-Sinoussi, que publicó un trabajo en Nature Review Inmunology en el que delinea siete estrategias prioritarias. La científica instó al trabajo colaborativo: "Fuimos y seremos más fuertes si trabajamos juntos, como en los primeros años".
Su colega Harald Zur Hausen, que descubrió el vínculo entre el virus del papiloma humano y el cáncer de cuello uterino, y así abrió el camino para el desarrollo de una vacuna, dijo que hasta el 20% de los cánceres o más podrían estar asociados con infecciones, y que podrían ser prevenidos por inmunización.
El físico y ex secretario de Energía de los Estados Unidos Stephen Chu, que recibió el Nobel por el enfriamiento y la manipulación de átomos usando láseres, anticipó una revolución en las técnicas de microscopía que permitirá ver células vivas con claridad sin precedente.
Tsien, que concurrió a dar su conferencia aunque está convaleciente de un accidente cerebrovascular, presentó los trabajos de su laboratorio que permitieron desarrollar toda una gama de moléculas fluorescentes de distintas tonalidades para el diagnóstico y el tratamiento del cáncer, y para la identificación de nervios periféricos, que les permiten a los cirujanos saber dónde no cortar. Descendiente de una familia de ingenieros y genio precoz, Tsien también está ensayando hipótesis propias sobre cómo se forman los recuerdos de largo plazo.
La última sesión condensó el sentido de estos encuentros: "Ciencia para el beneficio de la humanidad". Se debatió sobre temas candentes. ¿Está obsoleto el modelo del superexperto? ¿Cuál es el tema de investigación al que habría que dedicarle más financiamiento? ¿Deberían más científicos intervenir en política? Más allá de las diferencias, la conclusión fue unánime: "Ofrezcan su conocimiento y contribuyan al debate público", aconsejaron los panelistas. Y finalizaron invitando a un gran aplauso. No a los premios Nobel de hoy, sino a las nuevas generaciones de investigadores, que están construyendo el futuro.

http://www.lanacion.com.ar


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