La cuna de Castagnino
Por Carlos Rodríguez
Desde Mar del Plata
El restaurado Almacén de Ramos Generales, inaugurado en 1896. Imagen: Leandro Teysseire.
El pueblo Estación Camet, en el kilómetro 393 de la Autovía 2, es un mojón del partido de General Pueyrredón, injustamente ignorado por los que pasan en forma rauda hacia las playas, sin ver otras maravillas al alcance de sus ojos. Le debe su nombre a un francés, Jean Pierre Camet, quien en 1826 se instaló en la estancia La Trinidad. El nombre del predio se debió a un acontecimiento anterior y dramático: al francés lo rescataron del mar, salvándole la vida, el día de la Santísima Trinidad, un 27 de mayo. Esa tarde se había internado en el mar para bañar a unos caballos. La Estación Camet, una antes de llegar a Mar del Plata procedentes de Constitución, es una típica parada de trenes inglesa porque, como se sabe, de la Gran Bretaña llegaron los que trazaron la red ferroviaria en Argentina. En las paredes exteriores de los galpones de cinc, que resisten el paso del tiempo y de la historia, se conserva una leyenda escrita por los trabajadores del riel en el año 1952: “Perseveremos en la realización del Segundo Plan Quinquenal. Es un deber y un honor para todo argentino”. La estación había sido antes escenario de algunas escaramuzas de la Revolución de 1893, encabezada por los radicales Hipólito Yrigoyen y su hermano militar, Martín Yrigoyen.
La zona es habitada hoy por unas diez mil personas que parecen esconderse porque la quietud, el sosiego, la paz, son las características de un lugar que muestra siempre su mayor orgullo: aquí nació, el 18 de noviembre de 1908, el pintor Juan Carlos Castagnino, hijo de un herrero y de una maestra, quien formó parte de los “pintores sociales” de su época, porque utilizaba el arte para denunciar las injusticias. Fue notoria su militancia en el Partido Comunista argentino y sus obras ilustrando el Martín Fierro o recordando sus viajes, sobre todo el que hizo a China Popular. Y también los murales que pintó junto con Spilimbergo, Berni, Colmeiro y Urruchua en la cúpula de la Galería Pacífico. Fue la primera obra mural realizada en la Argentina en un lugar público. En Camet se conserva la casa donde vivió y pintó Castagnino, una vivienda blanca y humilde.
El guía que acompañó a Página/12 durante la recorrida es Juan Carlos Castro, secretario de Cultura de la Cooperativa Eléctrica de Pueblo Camet. Su refugio y lugar de trabajo es el restaurado Almacén de Ramos Generales La Trinidad, cuyo edificio fue inaugurado en 1896. En el frente hay murales con la imagen de Castagnino y de Italo Grassi, muralista marplatense. Los vecinos han ido aportando un montón de testimonios de época. En el almacén puede verse un mueble de madera, tipo alacena, donde antiguamente se guardaba el azúcar, la harina, las legumbres y otros productos que se vendían “sueltos”, es decir, sin los recipientes plásticos o de papel que hoy conocemos. Dentro del edificio y en los alrededores, se amontonan ruedas de antiguos carruajes, un enorme rastrillo que se usaba para alisar la tierra antes de la siembra, una segadora y una máquina que se utilizaba para levantar la cosecha de papa. En el patio también hay esculturas, realizadas con madera de viejos olmos muertos, por el artista marplatense Oscar Barro y el porteño Patricio López Bravo.
La Estación Camet es un lugar atractivo, con su oficina del jefe que conserva antiquísimos medios de comunicación que todavía se usan, un vagón dormitorio que soporta la intemperie sin mantenimiento alguno y el muralismo que aportaron obreros anónimos, pero peronistas, llamando a apoyar el Segundo Plan Quinquenal. Hay miles de anécdotas en torno de lo que era Estación Camet en aquellos años. Los autos que venían desde Buenos Aires tenían que atravesar la tranquera de la estancia La Trinidad, antes de que se construyera la ruta 2. En la zona vivían tribus que habían logrado sobrevivir a las masacres encabezadas por el general Roca. El propio francés Camet aseguraba que siempre tuvo una buena convivencia con ellos.
Siempre que se recuerda a Castagnino, se resalta su generosidad. Como cuando, en mayo de 1963, donó su obra La Moza, en la inauguración de la Sala de Primeros Auxilios. El cuadro se vendió en 25 mil pesos y con ese dinero se hicieron obras complementarias en el establecimiento. Otro lugar importante es la estancia y reserva natural El Tejado, que en su momento supo tener una extensión de cien hectáreas. Hoy todavía guarda 250 especies vegetales de todo el mundo. Lo que fue el casco de la estancia, que hoy se conserva en muy buen estado en su aspecto general, sus seis habitaciones, sus cuatro baños y demás dependencias, es habitado por la pareja formada por María Belén Rodríguez y Martín Agustachis.
Ellos convirtieron el lugar en vivienda y alquilan algunos de sus salones para realizar eventos, cumpleaños, casamientos o reuniones sociales o profesionales. Una de las salas se encuentra en el sitio donde se guardaban los carruajes y donde estaba la cancha de pelota a paleta. La casa, de estilo normando, fue salón de té cuando vivía su primer propietario, César González Segura, hacia fines del siglo XIX. Allí estuvo, en 1925, durante una visita, el entonces príncipe de Gales, Eduardo de Windsor.
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