Olivieri vuela al infinito y más allá en París a la espera de los debuts de Fran Cerúndolo, Pella y Báez
El jugador de mejor actualidad de nuestro país se enfrenta con el español Munar, 77 del mundo. Baez con el experimentado Monfils. El bahiense va con Hallys y si pasa lo espera Medvedev.
Triunfo y desahogo para Genaro Olivieri, que durante la pandemia perdió a su padre. Foto: Captura TV.
Roland Garros abre el telón y arranca su tercer día. Y, por ahora, París es una fiesta para los argentinos. A la victoria del primer día de Nadia Podoroska, se le sumaron el lunes la épica remontada de Diego Schwartzman y los buenos triunfos de Pedro Cachín, Thiago Tirante y Tomás Martín Etcheverry. Y este martes continúa la acción para nuestros compatriotas. Y también las sonrisas. Es que Genaro Olivieri, en su primer partido ATP, tuvo bautismo triunfal en Bois de Boulogne. Más tarde, el mejor jugador rankeado de la Argentina, Fran Cerúndolo, se enfrenta al español Munar. Además, Guido Pella choca con Hallys y Sebastián Báez cierra la jornada contra Gael Monfils.
Todo arrancó temprano. Desde las seis de la mañana, el bragadense Olivieri (227) jugó un maratónico partido contra el francés Giovanni Mpetshi Perricard (233). Era, en la previa, un partido parejo, al menos en ranking. Y lo fue. El de Bragado, que se había metido al cuadro principal tras atravesar la qualy, se quedó con el primer set por 7-6 (3), pero cedió el segundo por 6-4 y el tercero por otro 6-4. ¿Se venía la noche?
Lejos de desmoronarse, el argentino tuvo paciencia y se llevó el cuarto capítulo por 6-4. Y arrasó en el quinto, donde ganó por 5-1 luego de casi cuatro horas de batalla para avanzar a la segunda ronda y embolsar un cheque de 104 mil dólares, más de la mitad de lo que ganó en su carrera.
"Lo que sentí en la cancha fue increíble. Sacaba muy fuerte.
Corrí
un poquito más. Mido 1,70 metro y tuve que aceptarlo. Pero para eso me
preparo físicamente. Para estar bien en el quinto set", sostuvo Olivieri
apenas terminó el partido que ganó ante Mpetshi Perricard, un
larguirucho de 19 años y dos metros que llegó por invitación y causó
impacto con sus saques que alcanzaban los 246 kilómetros por hora.
Sin parar de agradecer a todos los que lo ayudaron, Olivieri, de 24 años y contemporáneo del mayor de los Cerúndolo y Etcheverry, se mostró muy emocionado. "No hay plata que pague esto. No pienso en eso. Lo importante son las sensaciones que tengo. Estoy feliz. Cada vez que entro en una cancha tengo mejores sensaciones. Estoy acá con los mejores del mundo. Es impagable. Espero que mi viejo me esté mirando desde el cielo y tenga una sonrisa más grande que la mía. Tenía una sonrisa parecida a la mía", se abrió Olivieri, que perdió a su padre, Carlos, durante la pandemia. Era un pelotari muy conocido que además fue dueño de la confitería CAO, muy tradicional en la ciudad del centro de la Provincia.
Ahora, embalado, el argentino espera por el ganador del italiano Andrea Vavassori (140) y el serbio Miomir Kecmanovic (36), que juegan en la cancha 8 y ya van por el quinto set.
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