miércoles, 7 de octubre de 2015

Centro Universitario de Idiomas

El inglés de los sordos

El Centro Universitario de Idiomas abrirá a partir de la semana próxima el primer curso de inglés para sordos. Está dirigido a adultos. Ya se completaron dos grupos y apuntan a un tercero. También iniciarán un curso de lengua argentina de señas.

Lo único que no puede hacer un sordo es escuchar”, señala Pablo Pomeranec, responsable de las clases de inglés que a partir de la próxima semana podrán tomar las personas sordas de manera gratuita en el Centro Universitario de Idiomas (CUI). El curso, que está planteado para adultos “apunta a estimular el aprendizaje de un idioma extranjero, al tiempo que se aprenden nociones de gramática del español”. Además se dictará un curso inicial de Lengua de Señas Argentina de 8 clases a cargo de una lingüista e intérprete.
Pablo tiene 45 años. No puede escuchar pero está oralizado, maneja la lengua de señas y es un profesional bilingüe. “Somos sordos, no sordomudos”, aclara para corregir lo que en el habla cotidiana suele usarse como un término intercambiable. Por eso le gusta recordar que la discapacidad auditiva consiste sólo en no poder oír. “Los sordos podemos hablar, podemos comunicarnos con señas y escribiendo. Si bien puede significar una dificultad en el aprendizaje, con el estímulo adecuado no resulta un impedimento para la persona”, señala Pomeranec.
En 1991, Pablo descubrió que tenía una tía, también sorda, profesora de la Universidad de Gallaudet en Washington, Estados Unidos. Viajó a conocerla y se quedó a estudiar el idioma, primero, y Administración de Empresas y Finanzas, después. Cuando volvió a la Argentina se puso a trabajar en la empresa familiar, aunque pronto quiso irse porque su padre lo “protegía mucho”. Buscó trabajo como profesor de inglés para sordos y se dio cuenta de que no había centros que lo estuvieran ofreciendo en Buenos Aires. Hasta que llegó al CUI y lo propuso. “Mi idea es enseñarles inglés y que al mismo tiempo incorporen reglas básicas de la gramática en español que son necesarias para tener un trabajo y hasta para hacerse entender con un mensaje de texto. Me gustaría poder abrirles la cabeza”, concluye Pablo, que a partir de este mes estará a cargo del curso de inglés para sordos del centro que depende de la UBA, que será grupal y totalmente gratuito.
Además, el CUI incluirá en su currícula la Lengua de Señas Argentina, que dictará la lingüista e intérprete de Lengua de Señas Romina Aza a partir de la semana que viene. “Suele pensarse que la lengua de señas es universal, pero cada idioma tiene la suya y a su interior también hay variantes. Un cordobés se puede llegar a pelear con un tucumano por cómo se hacen las señas de un mismo término”, explica Aza, que reconoce que cada año hay más demanda por formarse como intérprete de esta lengua. El curso de LSA consta de ocho clases de tres horas y permite incorporar un nivel inicial para hacerse entender con señas.

Romina Aza, a cargo del curso de señas, y Pablo Pomeranec, que dará inglés para sordos.
Imagen: Pablo Piovano

Según el último censo (2010), en el país más del 12 por ciento de la población tiene una discapacidad y el 8,3 por ciento de ellos tiene alguna discapacidad auditiva, lo que representa más de 947.000 personas.
“Hace mucho queríamos ofrecer cursos de idiomas para sordos y lengua de señas, y según la respuesta que tengamos los iremos estructurando en niveles y sumando otras propuestas similares”, señala Roberto Villarruel, director general del CUI. La respuesta, al momento, fue más que favorable. El curso de inglés para sordos, que comenzó con la idea de abrirse para un grupo, ya completó dos y planean sumar un tercero. En cuanto al curso de lengua de señas, Villarruel destaca que el centro recibió una gran cantidad de consultas, en especial de profesionales de la salud y la educación, aunque también de personas que trabajan en atención al público y quieren sumar ese conocimiento. Para el director del CUI, “hay un clima muy propicio para abrir este tipo de cursos teniendo en cuenta que en los últimos años, los debates en torno a la accesibilidad y la comunicación pusieron en escena que hay necesidades que deben ser atendidas con urgencia”.
Informe: Paz Azcárate.

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