Lionel Messi: diez años en celeste y blanco
BELO HORIZONTE.- Un 29 de junio de 2004 el destino lo
puso ante un sueño que acunaba durante mucho tiempo. Con 17 años y 5
días tuvo su primera experiencia en celeste y blanco. De aquel debut
juvenil en la cancha de Argentinos a esta misión mundial en tierra
brasileña. De aquella charlas en las que había que sacarle las palabras a
estos tiempos de frases conceptuales y resonantes con repercusión en
todo el planeta. De esa primera vez con la camiseta albiceleste con las
mangas largas y el número 17 a puntitos a esta N° 10 con la cinta de
capitán en el brazo derecho. Una década con el mismo sentimiento, la
misma ilusión, envasada en ese desafío que siempre lo empujó y lo ponen
cara a cara ante uno de esos hechos que le erizan la piel: vestir la
camiseta del seleccionado.
Messi, en su debut en el seleccionado mayor, ante Hungría.
Foto: Reuters
/ Archivo
Él, un futbolista de 27 años que
siempre en sus sueños albergó la oportunidad de vestir los colores del
seleccionado, juega en esta Copa del Mundo
por la gloria. El, que acuño la esperanza desde que se fue de su
Rosario natal para jugar en las inferiores de Barcelona, que se
fortaleció en la adversidad por algunos problemas de crecimiento, que
superó etapas a un ritmo vertiginoso, que alcanzó las alturas de la
elite mundial del fútbol, que escuchó halagos de todo tipo, siente el
mismo cosquilleo del primer día a la hora de ponerse los colores de su
país. Desde el lugar que siempre quiso tener habla con el corazón:
"Cambiaría todos los récords por ganar un Mundial. Por hacer feliz a la
gente de mi país".
El primer capítulo de esta historia que lleva
diez años tiene una serie de hechos conocidos y otros que no lo son
tanto. Hasta que Messi
llegó a tener su bautismo de fuego en los juveniles argentinos, hubo
una serie de capítulos que dan cuenta de un video entregado en forma
anónima al cuerpo técnico de Marcelo Bielsa, por entonces entrenador de
los mayores. Un recuerdo lejano de un apellido que daba que hablar en
las categorías menores de Newell's y el llamado de un empleado
administrativo de la AFA por dar con ese talento que estaba en la
cantera del Barca y que era pretendido por la federación española para
hacerlo jugar para sus seleccionados. Por sugerencia de Hugo Tocalli,
Julio Grondona ordenó la realización de unos amistosos. Así llegó la
noche inolvidable en La Paternal, cuando en el segundo tiempo ingresó
por Ezequiel Lavezzi y anotó el séptimo tanto de una goleada por 8-0
sobre Paraguay. Días después, el 3 de julio de 2004, jugó en Colonia
otro amistoso, ante Uruguay, y reemplazó a Pablo Vitti para marcar dos
goles en un 4-2 que lo catapultó -con años menos- al Sub 20. "Esperaba
que me llamaran con ansiedad. Hubo contactos informales para saber si
quería jugar para España, pero siempre dije que quería jugara para la
Argentina y sólo siento estos colores.que tanto nos conmueve", rememoró
la Pulga en uno de los capítulos del libro El Patriota y en el
que con mucha emoción recuerda la experiencia en el Sudamericano de
Colombia y el título obtenido en el Mundial Juvenil de Holanda 2005.
Desde las primeras experiencias en los juveniles que la comparación con Diego Maradona
se le hacía inevitable a buena parte del ambiente mundial. Los puntos
de contacto están en la historia de uno y otro. Después de ser campeón
juvenil y de jugar en Barcelona, igual que a Maradona a Messi le tocaba
debutar en la selección mayor ante Hungría.Pero nadie hubiese imaginado
un debut tan fugaz como el que le tocó vivir el 16 de agosto de 2005, en
Budapest. Con José Pekerman como entrenador, el equipo se impuso por
2-1 y Messi ingresó a los 19 minutos del segundo tiempo por Lisandro
López. Duró 92 segundos en la cancha. ¿Cómo? En su primera intervención
amagó y, en el forcejeo con su marcador, el brazo en alto para intentar
desprenderse de la persecución lo condenó. Fue la primera vez que lloró
por la Argentina. Pekerman mantendría la apuesta y, aunque siempre lo
llevó en forma gradual, nunca dudó en darle rodaje oficial: el primer
paso fue por las eliminatorias, en su presentación en Asunción, ante
Paraguay, el 3 de septiembre. Hasta ser titular el 9 de octubre de 2005,
en el Monumental, ante Perú.
Después de marcar su primer gol en
la selección ante Croacia, en un 3-2 a favor del equipo, llegó la
confirmación de que con 18 años iba a estar en Alemania 2006. Convirtió
el primer tanto en los mundiales en el recordado 6-0 ante Serbia y
Montenegro, en Gelsenkirchen, y al partido siguiente fue titular en el
0-0 con Holanda. La imagen final fue la de él en el banco y la Argentina
eliminada por penales ante los germanos. El, con 19 años recién
cumplidos, sentía impotencia por no poder hacer nada para torcer una
historia que él veía posible y que Pekerman no tanto. Mal que le pese,
hizo todo para alimentar las esperanzas argentinos de acabar con los
años de sequías en títulos. Ganó todo con uno de los mejores equipos de
la historia como lo fue el Barcelona de Pep Guardiola, irrumpió en la
cima del planeta fútbol entre las máximas figuras y, por primera vez,
desde el retiro de Maradona la Argentina volvía a sentir que tiene un N°
1 entre sus filas. En su primera experiencia mundialista utilizó el N°
19, hasta que en Sudáfrica se calzó la mística camiseta N° 10.
Mucha
agua corrió entre los puentes tendidos entre Alemania 2006 y Sudáfrica
2010, con Diego Maradona como entrenador. Una gran frustración con Alfio
Basile en la Copa América de Venezuela 2007 y la coronación en los
Juegos Olímpicos de Pekín 2008 de la mano de Sergio Batista precedieron
su segunda cita mundialista. Sólo él sabe lo que significó llegar a
estar entre las 32 selecciones de esa Copa del Mundo en tierra africana.
Hasta que el desembarco en Pretoria lo volvió a ilusionar. Tuvo buenas
actuaciones individuales, con desequilibrio y talento, pero a pesar de
infinidad de remates al arco, no logró marcar en toda la competencia. Y
llegó el 0-4 ante Alemania que sepultó todos los sueños y lo hizo llorar
como nunca. Resultó una de las peores eliminaciones del seleccionado en
los mundiales, significó uno de los golpes deportivos más duros de su
carrera.
Desde que vistió la camiseta de la selección se encargó
de generar e impulsar más y, cada vez más, esperanzas. Sucedió en la
Copa América disputada en nuestro país en 2011, pero el desenlace no
correspondió el esfuerzo. "Te quedás sin respuestas cuando ponés lo
mejor de vos y los triunfos siguen sin venir. Más allá de todo, soy un
agradecido de todo que la selección me ha permitido vivir", reafirmó con
su sello en El Patriota. La sed de superación con la camiseta
argentina no se detiene para Messi. En cada segundo, en cada minuto en
la concentración en Cidade do Galo piensa en lo que puede representar en
la vida de la Argentina esta Copa del Mundo. Así lo habla con Alejandro
Sabella. Es el técnico que lo hizo capitán y eso justifica que uno y
otro se escuchen. Y más allá del duelo conceptual por estilos y
esquemas, Messi desea construir una identidad sustentable y, por sobre
todas las cosas, poder coronar su década en celeste y blanco con el
sueño tan anhelado.
http://canchallena.lanacion.com.ar
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