La construcción móvil fue creada por el director y productor Patricio Orozco evocando al mítico Globe Theatre en el que el gran dramaturgo inglés estrenó sus obras más célebres. Ahora, el espacio se convirtió en un centro cultural con múltiples actividades.
Por Paula Sabatés
A
principios de año, en el marco del Festival Shakespeare Buenos Aires,
el director y productor Patricio Orozco inauguraba oficialmente el
Teatro Shakespeare, una construcción móvil que evocaba al mítico Globe
Theatre construido en 1599 a orillas del río Támesis, en Londres, donde
el gran dramaturgo inglés estrenó sus obras más célebres. En esa
oportunidad, Orozco contaba a este diario que su idea era que el Teatro
Shakespeare girara por todo el país y que por eso había ordenado una
construcción móvil y no fija. Desde la apertura del festival y hasta que
llegó el invierno (las gradas y el escenario son al aire libre, con lo
cual el frío complica la representación de espectáculos), el novedoso
espacio estuvo ubicado en Costanera Sur, donde se estrenó Antonio y
Cleopatra, obra de Shakespeare con la que se inauguró la temporada
teatral. Luego de ese receso, el Teatro Shakespeare inició su “gira” y
se instaló en Villa Luro, más precisamente en Juan B. Justo 8500.
El Teatro Shakespeare muestra las obras del dramaturgo de la forma que él las imaginó.
La idea de Orozco, quien tuvo la oportunidad de estudiar en la Royal
Shakespeare Company, una de las más prestigiosas compañías
británicas, había surgido de la necesidad de ver los espectáculos de
Shakespeare de la forma en la que él mismo se los imaginó. “Las obras en
un lugar así se resignifican mucho. Todo es muy envolvente, el público
participa muchísimo. Y ahí te das cuenta de que muchas veces los
monólogos que en los talleres les hacen hacer a los alumnos de forma muy
introspectiva, en realidad son diálogos con el público. Ese tipo de
cosas son interesantes de revisar”, subrayaba Orozco a esta cronista.
Así, con la ayuda del Ministerio de Cultura porteño, se montó este
teatro con características de los de la época isabelina, que en nada se
parecen a los espacios alla italiana, como son todos los teatros
actuales, que tienen como premisa fundamental la cuarta pared. En este
teatro el público está de pie, próximo al escenario, aunque puede
sentarse en las gradas del fondo si lo desea.El Teatro Shakespeare muestra las obras del dramaturgo de la forma que él las imaginó.
“Hoy estamos muy felices de que el teatro esté en Villa Luro porque ésa era la idea inicial, que el teatro visite a la gente”, dice el director artístico durante una nueva charla con Página/12. “Fue un desafío caer en un barrio, algunos nos miraban y se preguntaban qué estábamos armando. Por lo general, están más acostumbrados a que haya recitales, pero cuando empezamos a cerrar el lugar no entendían qué estaba pasando”, agrega y cuenta que esta vez la construcción se hizo mucho más rápido porque los técnicos de escenario ya estaban familiarizados con el espacio. La idea de Orozco es que el teatro se involucre cada vez más con los barrios que visita. Para eso, en el lugar se dictan talleres de yoga, una actividad “para toda la gente, no sólo para los que les gusta el arte”. Y además, el 1º de diciembre los vecinos celebrarán el día de Villa Luro en el teatro, que luego de esa jornada levantará campamento y se preparará para la próxima parada.
Además de Antonio y Cleopatra, que continúa con funciones (ver recuadro), el Teatro Shakespeare presenta una variada oferta de actividades, todas libres y gratuitas. Todos los viernes a las 17 hay un workshop y un match de improvisación a cargo de Ricardo Behrens y a la noche un recital. Los sábados se presentan espectáculos de Shakespeare para niños, que también tienen funciones especiales para colegios. Por otro lado, hay talleres de teatro a cargo de Laura Silva (miembro de la International Shakespeare Association y colaboradora de la Cambridge World Shakespeare Encyclopedia) y de escritura para teatro, cine y narrativa, que da Maximiliano de la Puente, además del de yoga.
“La novedad de esta primera mudanza es que el Teatro Shakespeare se transformó en un centro cultural y no solamente un teatro. La gente se apropió del espacio, que pasó a serles útil a los vecinos para sus actividades”, se alegra Orozco. Todavía no está decidido el barrio en el que se instalará el teatro en febrero, decisión que el director tomará junto con el Gobierno de la Ciudad, aunque una de las posibilidades es el Parque Indoamericano. “Nuestro objetivo máximo es que las personas que no tienen la posibilidad de ir a Londres a conocer El Globo y a ver cómo funcionan las obras en ese teatro puedan vivir esa experiencia en su país y más precisamente en su barrio”, concluye el ideólogo de este espacio único.
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