Si hay un aspecto en el que, por lo general, Diego Schwartzman no economiza, es en la entrega. El
Peque, número 8 del mundo en octubre de 2020 y actual 15° del ranking,
construyó, a puro combate sobre el court, una destacada carrera en medio
de sacrificios y limitaciones. Hoy, en un período en el que los
resultados no lo acompañan como pretende, parece desmoralizarse rápido.Por
ello, la victoria de anoche de Montreal frente al español Alejandro
Davidovich Fokina (36°; este año finalista de Montecarlo), por la
primera ronda del Masters 1000 canadiense,
para él adquiere un valor energizante. Tras perder el primer set por
6-1, muy rápido, el porteño ganó el segundo por 6-3, pero en el tercer
parcial estuvo muy cerca de despedirse. Quedó abajo 0-3 y el malagueño
contó con tres break points para adelantarse 4-0, lo que hubiera sido
prácticamente una sentencia. Sin embargo, el jugador que el martes
próximo cumplirá 30 años reaccionó con coraje y paciencia para ganar ese
último set por 6-4.
Hoy, en el cuarto turno del court 9
(aproximadamente a las 17.30 de la Argentina; transmiten ESPN y Star+),
se medirá con otro español: el zurdo Albert Ramos Viñolas (43°), a quien
derrotó en cinco de seis partidos, aunque todos sobre polvo de ladrillo
(el último, en los cuartos de final del ATP de Córdoba 2021).
Al margen del nuevo desafío de hoy, la victoria ante Davidovich Fokina debe servirle de trampolín emocional
a Schwartzman. “Los últimos dos meses no fueron buenos, sobre todo por
el rendimiento que tuve. Porque muchas veces podés tener rachas que no
son tan buenas pero te sentís cómodo, pero en estos últimos dos meses me
sentí incómodo”, había reconocido el argentino, en ESPN, antes de
viajar a Canadá para comenzar su participación en la gira norteamericana
sobre superficie dura que terminará en el US Open, el último Grand Slam
del año, a partir del 29 de este mes. Después de alcanzar los octavos
de final en el último torneo de Roland Garros, los rendimientos del
Peque fueron muy opacos: en la gira sobre césped (tres derrotas, una
victoria) y en sus últimos torneos europeos sobre polvo de ladrillo
(dura caída 6-1 y 6-0 en Bastad, en los cuartos de final, frente al
español Pablo Carreño Busta; y en su debut en el ATP 500 de Hamburgo
ante el finlandés Emil Ruusuvuori).
“Hasta Roland Garros venía teniendo un año muy bueno, estaba muy cerca del Top 10, en lo que sería el race y la cantidad de puntos que venía sumando hasta ese momento. Después ahí hice un stop en
mi nivel y no lo volví a encontrar en las semanas siguientes a Roland
Garros. Ojalá que en las próximas semanas, en Estados Unidos, vuelva a
ese nivel”, se había ilusionado Schwartzman, durante su breve paso por
Buenos Aires. Anoche, cuando ya parecía eliminado, el apoyo del público pareció alimentarle la confianza y protagonizó una estupenda resurrección tenística.
El Peque no ganaba sobre superficie dura desde que venció a Ruusuvuori
en marzo pasado durante el Masters 1000 de Indian Wells. Además, este
ante Davidovich Fokina fue su décimo éxito del año remontando un 0-1 en
sets.
El triunfo -y sobre todo la
reacción emocional- de Schwartzman también la celebra Guillermo Coria,
claro, el capitán argentino de la Copa Davis, que en los próximos días deberá definir la lista de cinco convocados para el viaje a Bolonia, Italia, para la etapa de grupos de las Finales.
Schwartzman, más Francisco Cerúndolo, Sebastián Báez y los doblistas
Horacio Zeballos y Máximo González serían los cinco seleccionados por
Coria para disputar el Grupo A junto con Croacia, Italia y Suecia.
Por
lo pronto, el Peque sigue su camino en la gira norteamericana sobre
canchas duras, con vida en Montreal. Luego llegarán el Masters 1000 de
Cincinnati y el US Open. Lo valioso, en este caso para el jugador
entrenado por Alejandro Fabbri y Juan Ignacio Chela, son los signos de
recuperación.
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