Dos maestras argentinas fueron seleccionadas entre las mejores del mundo por un premio que se realiza en Dubai, el Global Teacher Prize. Una de ellas es maestra informática rural, en Las Flores, y la otra, docente en el Hospital de Niños Gutiérrez.
Inés Bulacio y Graciana Goicoechandia reconocidas en Dubai.
Por María Julia Mastromarino
Desde Dubai, Emiratos Arabes Unidos
Frente a las aguas del Golfo Pérsico y en un marco de lujo asiático, una multitud aplaude de manera sostenida. Ahí, en el selecto grupo de docentes reconocidos y alabados por miles de educadores, dirigentes, académicos y líderes empresarios, hay dos maestras argentinas a las que les tiemblan las piernas. Inés Bulacio y Graciana Goicoechandia se arriman, se dan las manos, se emocionan. Con ese homenaje “a quienes hacen una labor extraordinaria en el aula”, arranca el evento en el Hotel Atlantis de Dubai, que cerraría con la entrega del premio de un millón de dólares al mejor maestro del mundo. El anuncio llegó a través de un mensaje grabado por el papa Francisco: el Global Teacher Prize 2016 sería para la finalista palestina, Hanan Al Hroub (ver aparte).
“A veces en la vida a uno le cuestan mucho las cosas. Y se vinieron a la mente mis alumnos, sus familias, mis colegas”, dice a Página/12 Inés, maestra de la escuela del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. “Se me caían las lágrimas porque no podía creer que tenía este tipo de reconocimiento”.
“En ese momento uno piensa en su pueblo, ¿viste? En el granito de arena que ponemos”, agrega Graciana, analista de sistemas y maestra desde hace 30 años en Las Flores, a unos 200 kilómetros de Buenos Aires.
Graciana e Inés integran la lista de los cincuenta mejores maestros del mundo entre los 8 mil docentes postulados en 2015, procedentes de 148 países. En febrero de este año, un jurado internacional redujo la selección a 10 y, para las argentinas, hubo algo de desilusión aunque siguieron sintiéndose honradas. Quedaron como finalistas maestros de Afganistán, Japón, Australia, Palestina, India, Estados Unidos, Gran Bretaña, Kenya y Finlandia. La Fundación Varkey, una entidad internacional sin fines de lucro organizadora de este evento, ultimó todo para esta segunda edición de la entrega del galardón mayor, al estilo de los Premios Oscar, con el sello de la extravagancia de esta ciudad de ensueño de los Emiratos Arabes.
Las maestras argentinas llegaron invitadas por el Ministerio de Educación nacional. El aplauso de la multitud en la apertura del Congreso de Educación y Habilidades (GESF) 2016 las tomó por sorpresa. Ellas ya habían experimentado cómo “se te estruja el corazón” unos meses atrás, en un encuentro pedagógico en Tandil, cuando otros maestros las aplaudieron de pie porque se sintieron representados por estas dos argentinas preseleccionadas.
Desde que llegaron al GESF, ambas asisten a capacitaciones y debates en los que son agasajadas “como estrellas de rock”. No entienden cómo la directora de la Unesco, Irina Bokova, o maestros de India, Canadá o Polonia les hacen preguntas sobre sus proyectos educativos. Se asombran del interés por su trabajo. Ahora se mantienen expectantes, a pasos del imponente escenario. Muy cerca de personalidades como el vicepresidente de los Emiratos, Mohamed Bin Rashid Al Matkun, el primer ministro británico, Tony Blair y la actriz Salma Hayek.
Hay música y suspenso en el majestuoso escenario y reflectores que van apuntando hacia... una maestra. Lo confirma el Papa en su mensaje. “Felicito a la maestra Hanna al Hroub por ganar este prestigioso premio debido a la importancia que le dio al juego en la educación del niño”.
El Papa también destacó la iniciativa de “alentar las valiosas contribuciones que los maestros de todo el mundo hacen a diario para establecer una sociedad global, sustentable y colaborar junto a Scholas (Ocurrentes) en el cambio educativo”.
Y abogó para que los maestros recuperen “la merecida posición como la profesión más respetada de la sociedad”.
La capacidad de estimular y confiar en sus alumnos o la empatía son algunas de las habilidades ponderadas tanto en el ganador como en los demás docentes presentados como líderes de cambio. Competencias que influyeron también en el criterio aplicado para el proceso de selección de maestros que comenzó en octubre pasado, cuando se supo que, entre los 50 elegidos había dos argentinas.
Las dos argentinas
Desde que la noticia llegó a Las Flores, la gente felicita y hace gestos de aprobación a Graciana por la calle. Ella le enseñó a usar la computadora a tres cuartas partes de su pueblo, fueran chicos, vecinos o abuelos de sus alumnos. Hace ya 20 años impulsó a sus alumnos de la escuela Dante Alighieri a participar de un concurso para hacer una página web por el que obtuvieron el primer premio nacional aunque no tenían computadora ni teléfono. Después hubo diez olimpiadas más, y más premios. Siempre sobre innovación tecnológica. Esos chicos son los que ahora le escriben por Twitter que sienten “orgullo” de haber sido sus alumnos o le desean “toda la suerte en Dubai”.Devoluciones como esas también movilizan a Inés. Todavía recuerda asombrada el día en que la mamá de “Fernandito”, un paciente oncológico que tuvo como alumno, llegó a buscarla al Hospital Gutiérrez. El ya no está. Pero algo le sucedió a esa madre al enterarse de que una entidad internacional había distinguido a la maestra de su hijo. Se tomó un micro desde Salta solo para acercarse a agradecerle y a abrazarla. Y ahí sí, Inés, que le pone sonrisas a todas las adversidades, lloró con ella.
En la escuela del Gutiérrez, ella es maestra de grado y le da clases a chicos que, por distintos problemas de salud, no pueden asistir a otra escuela. Enseña a pie de cama, en el hotel o casas donde se hospedan los chicos. O en un espacio reducido que tiene el hospital para que ella y las otras maestras trabajen. Junto a sus compañeras, creó distintos proyectos de radio y hace videos en los que participan sus alumnos y sus familias.
Cuando se conocieron, Inés y Graciana se abrazaron emocionadas. Después, se hicieron amigas y se contactaron con los otros cinco maestros nominados de América Latina, con los que hicieron fuerza por todos. “Si no ganábamos nosotras. Por lo menos queríamos que ganara alguno de ellos”, cuenta Graciana. Pero, eso finalmente no sucedió. Este año, la buena noticia fue que aumentó la representación de esta región. Para el premio 2016 hubo 67 argentinas nominadas, el triple que en la primera edición. Brasil, por ejemplo llegó ahora a las 44.
La distancia con los Emiratos y el escaso conocimiento acerca del premio aún pesan. El propio CEO de la Fundación, Vikas Pota, viajó en septiembre pasado a la Argentina para invitar personalmente a maestros de este país a postularse o nominar a otros docentes para el Global Teacher Prize. Por esos meses fue cuando nació la idea de replicar esta iniciativa de valorizar a los maestros que hayan hecho una contribución extraordinaria a su profesión (ver aparte).
Todos los docentes nominados, según coinciden las postuladas por Argentina, se ven igualados por la pasión para enseñar. “Hay casos, como los de maestros de Finlandia, con alumnos que tienen recursos, tecnología, alimento y padres con trabajo; y docentes que están enseñando sin recursos, en campos de refugiados, maestros de niñas discriminadas. Tenemos que tomar conciencia de la igualdad de derechos”, reflexiona Inés.
Cada una siente que tiene la oportunidad de representar a muchos otros maestros.
“Mi voz –imagina Graciana– es la de los maestros de Las Flores, las de las maestras rurales. La que se queda con el auto hasta que viene el papá del alumno con el tractor para sacarlo y llegar a la escuela. Y represento sobre todo a las maestras jubiladas. Ellas me mandan muchas muestras de cariño. No dejan de ser maestras. Sienten ese espíritu vivo.”
Ambas creen que la valorización docente debe estar acompañada por las familias y el Estado para “trabajar bien y estar contenido por alguien superior”.
Un aspecto fundamental para mantener la chispa que se enciende cada día en el aula.
“Yo siempre digo que cuando un maestro va al contacto con un chico se despierta un espíritu de unión que únicamente un docente y un alumno saben que pueden lograr. Los chicos hospitalarios aprenden y se sienten útiles. Te mandan mensajes, te proponen música para la radio o le piden a sus mamás que los despierte ‘cuando llegue la seño’. Siguen conectados con vos.”
Mucho se habla en el Congreso de la soledad del docente. Maestros que se sienten aislados, incomprendidos. “Nos pasa a todos en algunos aspectos pero es increíble lo que sucede cuando empiezan a caer los chicos o cuando entrás a un aula llena –se entusiasma Graciana–. Es mágico. Sé que esos chicos van generar algo. Y que voy a admirar sus logros.”
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