El paso que le faltaba al rugby argentino
La Argentina fue aceptada como socio de la Sanzar y desde 2016 podrá
participar en el certamen de equipos más competitivo del mundo; "Se
cierra un círculo", dijo Pichot.
Por Xavier Prieto Astigarraga
Los Pumas, el gran impulso para los avances.
Y entonces, de a poco pero firmemente, la Argentina terminó de insertarse en la elite del rugby".
Ésa
podría ser la última frase de un libro soñado para el rugby nacional.
El final feliz de una historia que empezó hace varios años y que ayer,
con el anuncio oficial de la organización, quedó a punto de ser
realidad: habrá un equipo argentino en el Super Rugby, el certamen anual
de clubes más competitivo del planeta, a partir de 2016.
De
cumplirse tal cosa, para la que resta la aprobación de Australia, Nueva
Zelanda y Sudáfrica, ya acordada de palabra y que tal vez sea firmada a
fines de marzo, el rugby albiceleste tendrá todo lo que puede tener en
cuanto a competencia para elevar su nivel deportivo: por un lado,
actividad de los Pumas en los mundiales y, anualmente, en el Rugby
Championship, y por el otro, participación en el máximo nivel de clubes,
con el Súper Rugby, también anual, y jugadores en los mejores clubes
europeos.
"Es lo que necesita el rugby argentino para cerrar el
círculo", expresó a LA NACION Agustín Pichot, consejero titular de la
Unión Argentina de Rugby (UAR), desde Sydney, donde viajó para cerrar
una negociación que demandó tres días en la ciudad australiana, pero que
empezó hace ocho meses, cuando la Sanzar (la entidad que reúne a las
tres naciones grandes del hemisferio y que organiza el Súper Rugby) se
dedicó a reformar el torneo para hacerle lugar al país sudamericano.
Un
logro, un honor, una catapulta para el rugby celeste y blanco. Un hecho
que tardó seis años, o 16, o dos décadas, según cómo se lo mire. Está
claro que la aceptación de los Pumas en particular y de la UAR en
general en el rugby internacional es una consecuencia del rendimiento
del seleccionado en Francia 2007, cuando alcanzó el tercer puesto
mundialista con una generación formidable. Y es una derivación de la
capacidad negociadora del capitán de aquel equipo, Pichot, tan eficaz
hoy como directivo cuanto talentoso entonces como medio-scrum. Pero así
como se puede pensar que aquella medalla fue el punto de partida, otros
pueden creer que la génesis es, paradójicamente, el toque de fondo en un
pozo profundo: la goleada, 93-8, que All Blacks propinó a la Argentina
en 1997 en Wellington, Nueva Zelanda. A partir de ese día, los Pumas
hicieron mucho más audible su reclamo de profesionalizar el rugby
nacional. Un anhelo que había nacido poco antes, a mediados de esa
década, con la idea de que los deportistas vivieran de esto y que la
Argentina redujera la distancia con las potencias.
Tuvo que pasar
una década para que la medalla de bronce en el Mundial francés diera el
impulso buscado. Pichot empezó a pedir un espacio, fuera en el europeo
Seis Naciones o en el sureño Tres Naciones. Lo consiguió en el mejor de
ambos, desde 2012. Casi como condición, la Argentina debió disputar
anualmente en Sudáfrica la Vodacom Cup, en el tercer nivel de ese país.
Para eso creó un segundo seleccionado, Pampas XV, que entre sus cuatro
participaciones (2010-2013), logró el trofeo en una (2011). Ahora, el
equipo pugnará por la Pacific Cup, desde principios de marzo, pero en
Australia. A la vez, la UAR formó un tercer cuadro, Jaguares, de similar
importancia, con el que ha disputado la Copa Naciones en Rumania y
protagonizado el Americas Rugby Championship en Canadá.
Ambos
conjuntos se componen con jugadores rentados, luego de varios pasos
transitados hasta este punto. Sudáfrica 1995 fue el último mundial con
rugbiers sólo amateurs; en Gales 1999 la UAR aceptó profesionales que
actuaban en Europa. Y una vez que la Sanzar admitió a la Argentina se
dieron etapas de profesionalización: becas, luego un Plan de Alto
Rendimiento (PlAR) y, ahora, un plantel estable de 20 hombres con
desempeño exclusivo en seleccionados. "Pasamos por todos los estados: de
la euforia al pesimismo, a la estafa y otros problemas, pero hay un
final de ciclo lógico y ordenado. A veces cometemos errores, pero las
cosas las hacemos", dijo Pichot.
Así anunció Greg Peters, el
director ejecutivo de la Sanzar, la novedad: "Hemos elegido un modelo
que involucra seis equipos de Sudáfrica y uno nuevo de la Argentina.
Ahora será presentado a las uniones nacionales para su aprobación antes
de que la Sanzar dé su postura oficial ante los responsables de la TV".
Pichot no se permitió la euforia. "Todavía soy cauto; falta que lo
aprueben las uniones. Antes de celebrar quiero verlo firmado y con la
estructura funcionando. Pero es un paso inmenso. Hoy la Argentina es un
socio más. La continuidad en el Rugby Championship está asegurada. Somos
socios plenipotenciarios", se complació.
Los jugadores
respondieron con emoción: "Es impresionante. Un tremendo logro. Tener un
equipo en el Super Rugby era el siguiente paso para seguir creciendo",
dijo el capitán argentino Juan Fernández Lobbe.
Todo está
encaminado, y el sueño de aquel libro imaginario está próximo a
cumplirse. En rigor, aún no hay tal final feliz, pues falta el
crecimiento deportivo, objetivo último. Pero para ello hace falta lo
institucional y lo organizativo. Y el Super Rugby es el paso definitivo
en esa dirección.
Colaboró Santiago Dapelo.
http://canchallena.lanacion.com.ar
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