Jorge Wandelow
10/12/2012
Hoy conmemoramos, muy merecidamente por lo que costó recuperarla, 29 años ininterrumpidos de democracia en la República Argentina.
Pero junto con la conmemoración, es indispensable que veamos con la pasión necesaria pero sin sectarismos, los avances y los retrocesos que tuvo durante estos años. Podría afirmar que fueron mas retrocesos que avances.
Una democracia no se mide sólo por la cantidad de votos obtenidos, se
mira por la representatividad de origen, que debe ser auténtica y no
digitada ni trampeada: se mide por sus conquistas en beneficio de la
calidad de vida de sus habitantes, por la paz, por la armonía, por la
posibilidad de progreso, por la seguridad, por el trabajo que dignifica a
las personas, no las prebendas, no el que consiguen los favoritos del
poder, se miden por la salud, por las posibilidades de estudiar y
enseñar dignamente; se mide por la seguridad que es capaz de garantizar,
se mide por los objetivos comunes.
Los partidos políticos tienen una gran responsabilidad en garantizar el desarrollo de una democracia que se muestra enclenque, cada vez más debilitada, cada vez mas preocupada por el beneficio de los dirigentes y menos preocupada por el beneficio del dueño de la soberanía: el pueblo.
Hago votos para que, de manera inmediata, se mejoren las formas de representación, permitiendo que en cada partido se respete la democracia interna; para que los gobernantes respeten la división de poderes y se ocupen de solucionar los problemas que nos acucian, en vez de distraernos con cosas, que pueden ser importantes, pero que son menos urgentes. Hago votos por una democracia con menos ambiciosos y más personas dispuestas a pensar realmente en el bien común.
Nuestra democracia de hoy se parece cada vez más a una parodia, llena de personalismos que se sienten dueños de la verdad absoluta, de la vida, el honor y el futuro de todos los habitantes.
Cada dirigente, cada vez que se dirija a un pueblo, a una localidad, además de dar lindos discursos, debería ocuparse de conocer personalmente los dramas que vive cada localidad, recorrer sus hospitales, sus escuelas, sus lugares de trabajo, sus desocupados, los problemas de seguridad, etc. Y deberían hacerlo con verdadero interés humano, no sólo para sacarse la foto.
La democracia nos pertenece a todos, todos somos responsables, en mayor o menor grado, de su construcción permanente. Todos deberíamos estar exigiendo las mejoras que los distintos poderes necesitan, los dirigentes deben recordar que los ciudadanos tenemos el mejor arma: el voto. Y que somos los ciudadanos quienes somos sus mandantes y ellos nuestros empleados.
Aún con sus falencias, la democracia es el mejor sistema que tenemos. La unidad del pueblo permitirá los cambios revolucionarios que la hora exige, en vez de los parches con que quieren engañarnos y trampearnos. La democracia debe ser sinónimo de respuestas y esperanza. Entre todos podemos hacerlo posible.
http://www.datachaco.com
Los partidos políticos tienen una gran responsabilidad en garantizar el desarrollo de una democracia que se muestra enclenque, cada vez más debilitada, cada vez mas preocupada por el beneficio de los dirigentes y menos preocupada por el beneficio del dueño de la soberanía: el pueblo.
Hago votos para que, de manera inmediata, se mejoren las formas de representación, permitiendo que en cada partido se respete la democracia interna; para que los gobernantes respeten la división de poderes y se ocupen de solucionar los problemas que nos acucian, en vez de distraernos con cosas, que pueden ser importantes, pero que son menos urgentes. Hago votos por una democracia con menos ambiciosos y más personas dispuestas a pensar realmente en el bien común.
Nuestra democracia de hoy se parece cada vez más a una parodia, llena de personalismos que se sienten dueños de la verdad absoluta, de la vida, el honor y el futuro de todos los habitantes.
Cada dirigente, cada vez que se dirija a un pueblo, a una localidad, además de dar lindos discursos, debería ocuparse de conocer personalmente los dramas que vive cada localidad, recorrer sus hospitales, sus escuelas, sus lugares de trabajo, sus desocupados, los problemas de seguridad, etc. Y deberían hacerlo con verdadero interés humano, no sólo para sacarse la foto.
La democracia nos pertenece a todos, todos somos responsables, en mayor o menor grado, de su construcción permanente. Todos deberíamos estar exigiendo las mejoras que los distintos poderes necesitan, los dirigentes deben recordar que los ciudadanos tenemos el mejor arma: el voto. Y que somos los ciudadanos quienes somos sus mandantes y ellos nuestros empleados.
Aún con sus falencias, la democracia es el mejor sistema que tenemos. La unidad del pueblo permitirá los cambios revolucionarios que la hora exige, en vez de los parches con que quieren engañarnos y trampearnos. La democracia debe ser sinónimo de respuestas y esperanza. Entre todos podemos hacerlo posible.
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