Un texto sobre los beneficios de la serendipia le
puso nombre a lo que ellas ya estaban haciendo: una exposición a cuatro
manos con elementos sencillos.
“La serendipia no pasa dos veces”, repiten
Laura Stringhini y
Alicia Arigós,
ambas artistas plásticas de Mar del Plata, amigas y militantes por los
derechos humanos. Como si fuera un tren que abre sus puertas una sola
vez en cada estación, la serendipia las capturó mientras se convencían
de que cuatro manos hacen-crean-generan mucho más que dos. O que veinte
dedos son más productivos que diez. “No pasa dos veces, por eso nos
apropiamos de ella y disfrutamos de todo lo que nos ofrecía (y lo
seguimos haciendo)”, siguen.
Es que mientras se las ingeniaban para canalizar la tristeza que les
genera la coyuntura nacional diaria, cayeron en la cuenta de que estaban
en plena serendipia. “Serendipia es encontrar algo especial mientras
estás buscando otra cosa, es una reivindicación del desorden creativo,
por eso es importante estar alertas y saber cambiar de rumbo”, aporta el
escritor y editor
Javier Chiabrando, quien se convirtió en la tercera pata de este grupo creativo.
Un texto de Chiabrando en el que indagó en los beneficios de
descubrir el concepto de “serendipia” fue el disparador para que ambas
decidieran llamar así a la muestra que pudo verse recientemente en el
centro de arte Radio City Roxy.
“La conexión serendípica entre nosotras surgió naturalmente, creo que
para exorcizar el dolor, la impotencia en la acción. Como dice el texto
de Chiabrando ‘los serendípicos salimos a la calle a chocarnos con el
amor, la poesía, la amistad'”.
Arigós y Stringhini pusieron en marcha este concepto a partir de un
trabajo artístico realizado en conjunto: el color y la utilización de
materiales sencillos, casi de descarte las motivó a buscar imágenes.
Así, eligieron el cartón de las cajas de ravioles, los restos de
vinilos, el plástico y los tonos fuertes.
“Pretendíamos trabajar evitando materiales costosos y privilegiar el
trabajo manual a cuatro manos, la técnica, la semántica de cada parte.
Cuidar lo que queríamos decir sin que los materiales nos limitaran”.
“Laura consiguió retazos de vinilo a precio bajo. Con ellos hicimos
murales conjuntamente, tiradas en el suelo dibujando, ocupando todo el
espacio de la habitación. Luego cada una se llevaba una parte, y lo
intercambiaba con la otra. Decidimos que el material utilizado fuera el
más simple, aquel que cualquiera pudiera conseguir. Pensábamos en las
personas llamadas cartoneras, que van por la ciudad con un carro
recogiendo el cartón para venderlo y ganar el sustento”, dice Alicia.
La obra que pudo verse nació de la unión creativa de ambas. “Fue
realizada entre las dos, a cuatro manos, en conjunto y eso es lo que nos
interesa destacar: que dejamos afuera el individualismo a cambio del
respeto, la empatía, la tolerancia, la cooperación, la solidaridad y
sobre todo la amistad que nos une”.
La exposición mostró aspectos que ambas entienden como angustiantes
del quehacer diario. Pero no se detuvieron solo en lo penoso: retrataron
otros matices. “Expresamos lo que nos angustia, nos preocupa y nos hace
felices, con todo nuestro compromiso y energía, además con materiales a
los que cualquiera puede acceder”, cuentan, como para estimular a que
otros u otras se atrevan a crear con aquellos materiales que tienen
cerca.
“Convinimos en que, pese a que la situación nos entristecía, la
muestra no estaría dirigida a causar tristeza. Cuando estábamos en medio
del trabajo leímos en las redes el artículo de Javier Chiabrando,
Serendipia y descubrimos que ese era el nombre de la muestra. Laura lo
tenía como contacto, se comunicó con él y Serendipia, Javier dijo sí,
con la promesa de asistir a la muestra y escribir un texto para
nosotras”, cuentan sobre los pormenores de la exposición, que resultó
toda una experiencia grupal. A medida que iba tomando forma se fusionaba
con la capacidad liberadora del arte y con la reflexión crítica de un
escritor marplatense.
“Nos encanta ser serendípicas, porque ‘la serendipia no se puede
privatizar ni vender, y no se puede controlar ni manipular. Es para los
valientes, los locos, los arriesgados, los soñadores. Así nos
identificamos enormemente con este texto genial que le puso definición a
lo que nos sucede constantemente trabajando juntas, pero en clave
femenina”, aporta Laura.
Y ambas rematan: “Nuestro quehacer nos dio la posibilidad de
liberarnos, aunque sea por momentos de tanto desconcierto. La serendipia
es propia del arte desde el momento en el que nos entregamos a un
proceso en permanente cambio, que se va y retorna para continuar con una
idea perseguida desde el comienzo, pero que se transforma, para tomar
otros atajos, otros caminos, mejores, peores, desconocidos, con
múltiples soluciones. Trabajando, creando, buscando en este colectivo de
cuatro manos, aparece un mar infinito de posibilidades”.
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